COVID-19 y comunicación de riesgos de salud

COVID-19 y comunicación de riesgos de salud
La iniciativa Ciencia Anti Fake News como respuesta a la desinformación en la pandemia


Cecilia Bermúdez

Estudiante de la Especialización en Comunicación de la Ciencia, UBA, Argentina
ORCID: https://orcid.org/0000-0001-9532-9156 | ceciliabermudezgo@gmail.com

Ana María Vara

Investigadora del Centro de Estudios de Historia de la Ciencia José Babini, Laboratorio de Investigación en Ciencias Humanas (LICH), UNSAM. Argentina
ORCID: https://orcid.org/0000-0001-5198-2081 | amvara@unsam.edu.ar

DOI

https://doi.org/10.5281/zenodo.6727166


PALABRAS CLAVE

noticias falsas | fact-checking | comunicación de riesgos de salud | divulgación científica | COVID-19

 

Recibido: 13 de abril de 2022. Aceptado: 27 de mayo de 2022.

RESUMEN

La iniciativa Ciencia Anti Fake News, a cargo de un grupo de investigadores del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) de Argentina, así como de otros colaboradores de distintas instituciones, representa una respuesta temprana y consistente surgida con el propósito de desmentir información dudosa o espuria, y de ofrecer información confiable que respondiera a las necesidades de la población durante la pandemia de COVID-19, en un contexto de proliferación de noticias falsas en nuevos medios, así como en los tradicionales. Se trata de un proyecto autogestivo emblemático de los esfuerzos comunicacionales vinculados a las acciones de fact-checking, aunque no se ha limitado a esa tarea. Este artículo es un análisis preliminar sobre cómo surgió la idea, sus propósitos, organización inicial y participantes, así como las vinculaciones institucionales y el modo de trabajo, con foco en la problemática de tratamientos y vacunas para COVID-19 desde una perspectiva de comunicación de riesgos de salud.

ABSTRACT

The Ciencia Anti Fake News project, by a group of scientists at the National Scientific and Technical Research Council (CONICET) and other collaborators from different institutions in Argentina, represents an early and consistent response to offer trustworthy information to citizens, considering their needs during the COVID-19 pandemic, within a context of fake news proliferation in new and traditional media. Although its actions go beyond this work, this self-managed project is emblematic of the communicational efforts linked to science fact-checking. This article represents a preliminary analysis on the origins of the idea, its goals, initial organization, participants, workflow, and institutional relationships, focusing on issues related to treatments and vaccines for COVID-19, from the perspective of health risk communication.

 

KEYWORDS

fake news | fact-checking | health risk communication | science popularization | COVID-19

Introducción

El desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación abrió una miríada de oportunidades para que se puedan difundir contenidos a través de múltiples plataformas, en consonancia con la denominación de “auto comunicación de masas”, que autores como Castells (2012) han dado a los nuevos medios. Sin embargo, la falta de una adecuada regulación de estas nuevas tecnologías en relación con su desarrollo como medios de comunicación –en particular, la resistencia de las grandes plataformas a asumir responsabilidades editoriales, así como su interés en aumentar el tráfico– tuvo y tiene como consecuencia la circulación de contenidos de baja calidad informativa por descuido, confusión o deliberada malicia.

Este tipo de contenidos es lo que popularmente se ha llamado fake news, adoptando el término en inglés aun en otros ámbitos lingüísticos; o, en español, el de noticias falsas. A menudo esta noción se define simplemente como la difusión de contenido espurio con fines políticos. Sin embargo, desde una perspectiva más amplia, las noticias falsas pueden referirse a información errónea, engañosa o mentirosa, que tiene un potencial para influir negativamente en cómo diversas audiencias perciben la realidad y se comportan, con un abanico de posibles consecuencias, tanto en aspectos de la vida privada como pública.

Este panorama se complica todavía más debido a la pérdida de calidad y credibilidad de los medios tradicionales en los últimos años. En Argentina, la representación mediática de la realidad y el trabajo periodístico en particular han sido ampliamente cuestionados. De hecho, según el reporte del 2021 del Instituto Reuters, solo el 36% de los consumidores confían en las organizaciones de medios en general, porcentaje que, sin embargo, representa un incremento de 6 puntos con respecto a 2020 (Reuters Institute for the Study Of Journalism, 2021).

Una de las respuestas a esta problemática ha sido el surgimiento de organizaciones de verificación de información. En Argentina se destaca Chequeado.com, fundado en 2009 como un emprendimiento pionero para revisar información dudosa o controvertida. Una investigación de dicha agencia, realizada durante las elecciones presidenciales en Argentina en 2019, mostró que el fact-checking o chequeo de información es eficiente para reducir la diseminación de noticias falsas, incluso cuando no cambie la opinión de la mayoría de la gente (Calvo, Aruguete y Ventura, 2021).

En el ámbito de las ciencias y, en particular, en relación con la pandemia de COVID-19 declarada el 11 de marzo de 2020 por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se verificó una importante multiplicación de noticias falsas. El Informe de Noticias Digitales del Instituto Reuters (Nielsen, 2021) muestra que los encuestados afirman, en promedio, haber visto más información falsa y engañosa sobre el coronavirus (54%) que sobre política (43%) y otros temas relacionados con celebridades como actores, músicos y estrellas del deporte (29%), productos y servicios (22%) y cambio climático (20%).

La percepción de lo complejo y eventualmente peligroso de la situación llevó a un grupo de investigadores vinculados al Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), con antecedentes de participación en tareas de comunicación de la ciencia, a idear tempranamente el proyecto Ciencia Anti Fake News, una iniciativa de verificación de información científica, con el propósito de responder a las inquietudes y miedos generalizados desde el comienzo de la pandemia, tras la decisión gubernamental de determinar el aislamiento social preventivo y obligatorio (ASPO) a partir del 20 de marzo de 2020. Preguntas como “¿Todos pueden transmitir el virus?”, “¿Puede un té caliente curarlo?”, “¿Cómo fue su origen?” cobraron una nueva dimensión cuando las fake news se difundían por los medios tradicionales y las redes sociales muy rápidamente. Los investigadores consideraron que una forma posible de abordar esta problemática era a través de la revisión de la información difundida y su análisis a partir de la investigación científica disponible.

En este artículo nos proponemos describir y discutir de manera preliminar, con metodología cualitativa, el origen y desempeño de la organización de verificación de información Ciencia Anti Fake News entre abril de 2020 y enero de 2022. En lo sustancial, se basa en un trabajo final de integración, que articula con una línea de investigación focalizada en el proceso de profesionalización y el cambio de los roles profesionales en comunicación de la ciencia en función de la transición digital. Elegimos este caso de estudio por su originalidad y relevancia en la Argentina, así como por su carácter casi emblemático en relación con cuestiones de comunicación de riesgos de salud en el marco de la pandemia de COVID-19. En base a entrevistas a protagonistas y observadores del área de la comunicación de la ciencia, así como del análisis del sitio y de documentación pertinente, armamos una narrativa analítica que nos permite reconstruir aspectos clave de la iniciativa, entre ellos, cómo surgió la idea de Ciencia Anti Fake News, sus propósitos, su organización inicial, primeros participantes, primeras dificultades y decisiones fundantes. También analizamos el modo de trabajo del proyecto, sus integrantes, vinculaciones institucionales y modo de funcionamiento, deteniéndonos en la revisión de ejemplos ilustrativos de cómo se respondió a algún problema o situación de especial interés, en particular en aspectos referidos a tratamientos y vacunas, en relación con recomendaciones sobre la comunicación de riesgos de salud.

Conceptos clave e inicios del proyecto

La posibilidad de investigar y discutir un caso relacionado con noticias falsas, engaños, verificación de hechos, clickbait (monetización y atracción de tráfico), a menudo se ve obstaculizada por la ausencia de un terreno conceptual común sobre las nociones propias del nuevo contexto comunicativo. Algunas búsquedas teóricas procuran llegar a un consenso sobre la definición de noticias falsas, como “desorden de la información”, “contaminación de la información” o “campañas de desinformación”, mientras que otros abordajes proponen, simplemente, que las noticias falsas se refieren a una amplia gama de desinformación que circula en línea y en los medios (Pavleska, Školkay, Zankova, Ribeiro y Bechmann, 2021).

Sin embargo, investigadores como Wardle y Derakhshan (2017) se abstienen del uso del término “noticias falsas” por dos razones: la primera es que lo encuentran “inadecuado para describir los complejos fenómenos de la contaminación de la información”. Por otro lado, sostienen, el término también ha comenzado a ser apropiado por actores políticos de todo el mundo para describir organizaciones de noticias cuya cobertura encuentran desagradable u opuesta a lo que quieren mostrar. “De esta manera, se está convirtiendo en un mecanismo mediante el cual los poderosos pueden reprimir, restringir, socavar y eludir la prensa libre”, sostienen.

Por estas razones, estos autores introducen un nuevo marco conceptual, definiendo lo que prefieren llamar la terminología clave del desorden de la información: “información errónea” (misinformation), cuando se comparte información falsa, por error y sin malicia; “desinformación” (disinformation), cuando la información falsa se crea o comparte deliberadamente para causar daño; y “mala información” (malinformation), cuando se comparte información genuina para causar daño, a menudo exponiendo información privada a la esfera pública, o descontextualizándola de manera de inducir una mala interpretación (Wardle y Derakhshan, 2017).

En relación con la calidad de la información de salud, a raíz del brote de COVID-19, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) diseñó un documento para orientar a profesionales de la comunicación y periodistas sobre la comunicación de riesgos y las consideraciones fundamentales que se debe tener para el caso específico de esta enfermedad y el virus que la causa (SARS-CoV-2). La comunicación de riesgos abarca todas las cuestiones básicas de la comunicación para la salud, pero difiere en la necesidad de velocidad y la dependencia de la confianza (Organización Panamericana de la Salud 2020: 1-2).

Según la OPS, los conceptos fundamentales de la comunicación de riesgos de salud son los siguientes:

-Confianza y credibilidad: se trata de un aspecto clave. Sin confianza en las comunicaciones, el público no creerá en la información dada o no actuará conforme a dicha información. El documento también destaca que no se minimice el temor de la población y se reconozca la eventual incertidumbre.

-Anuncio temprano: surge una necesidad en relación con la urgencia, pero la celeridad también proyecta una imagen del emisor de la información. El documento sostiene que “el anuncio temprano es muestra de liderazgo, genera confianza, reduce los rumores y, en consecuencia, puede salvar vidas”. En el denominado “primer anuncio” se debe indicar lo que se sabe, lo que esto significa y lo que se está haciendo.

-Involucrar a la comunidad: investigar y tener en cuenta la percepción de riesgo y las creencias de la comunidad e incluirla en los mensajes y acciones comunicacionales, a través de medios directos o indirectos, ya que “Se puede evaluar la percepción del público mediante encuestas, servicios de consulta telefónica o a través de las redes sociales”.

-Transparencia para generar confianza: el documento reconoce que en este objetivo “hay límites” (como privacidad de las personas o seguridad nacional), pero también sostiene que “la meta estriba en aspirar a la franqueza total”. Dar a conocer la información de manera que no se oculten aspectos importantes y queden claros los criterios de las decisiones; diseminar información “oportuna, técnicamente correcta y basada en evidencias”.

-Planificación con tiempo: “la comunicación de riesgos funciona mejor cuando forma parte de un plan o de una estrategia más amplia delineada antes de que sea necesaria”, señala el documento. Sin embargo, se ha observado que, en relación con epidemias de tipo influenza (como la de COVID-19), hay dificultades para instalar el tema de manera previa, aún en ámbitos de salud (Petts, Draper, Ives y Damery, 2010: 153-155), lo que pone un límite a la capacidad de planificar por adelantado. De hecho, el propio documento de la OPS reconoce en su introducción que, en situaciones de crisis la planificación debe hacerse sobre la marcha: “En un escenario ideal, se contaría con tiempo para hacer planes, establecer una estrategia de comunicación y una guía de acción. Pero situaciones como estas, requieren aptitudes inmediatas para comunicarse con el público”. En este sentido, la celeridad en la respuesta es un aspecto clave.

En tácita consonancia con este tipo de recomendaciones y teniendo como preocupación la problemática de las noticias engañosas o falsas en internet, el proyecto Ciencia Anti Fake News se organiza a partir de marzo del 2020 para realizar tareas de verificación de la validez de la información que transmitían los medios de comunicación sobre la pandemia del coronavirus de tipo 2 causante del síndrome respiratorio agudo severo (SARS-CoV-2).

El grupo de trabajo de CAFN se estableció gracias al impulso inicial de la investigadora del CONICET Soledad Gori y en función de una valoración del papel que pueden desempeñar los científicos en relación con temas de interés público. Gori explica cómo surgió la idea en términos muy claros: “a partir del compromiso social que tenemos como científicos y científicas de CONICET”. Y luego amplía: “En un momento de mucha necesidad en nuestro país quisimos hacer algo. Muchos nos anotamos como voluntarios y voluntarias para el diagnóstico molecular de coronavirus cuando recién empezaba la cuarentena y, por otro lado, [también haciendo] divulgación científica”.

Gori ya trabajaba como colaboradora y columnista de ciencia. De hecho, durante 2019, había dictado algunas charlas de divulgación sobre vacunas y, por lo tanto, cuando comenzó la pandemia y cuando desde el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación (MINCyT) se convocó a las científicas y científicos a participar desde sus espacios, Gori se comunicó con CONICET para preguntar si se estaba haciendo algo relacionado con comunicación de la ciencia. Por entonces, no había ningún proyecto de este tipo en CONICET. Como respuesta y con la colaboración de varios científicos de esa institución, Gori ideó Ciencia Anti Fake News, un proyecto de autogestión y voluntario que, según su gacetilla informativa, tiene como objetivo: “acercarle a la gente una respuesta clara y concreta, basada en evidencias científicas disponibles, sobre las dudas que les generan las falsas noticias sobre COVID-19 y que pueden afectar sus conductas a seguir”. En síntesis, derribar mitos sobre la pandemia ocasionada por el coronavirus SARS-CoV-2 de una manera dinámica y en función de las necesidades de información.

CONICET, como institución científica nacional, justamente permite el alcance que el proyecto requiere, lo que ofrece la posibilidad de tener una mayor trascendencia entre la población. Por otra parte, la participación de CONICET como institución científica pública supone el respaldo de una institución reconocida, como se desprende, de manera directa o indirecta, de las encuestas de percepción pública de la ciencia realizadas por el MINCyT en sucesivas ediciones.[1] Además, Gori reflexiona sobre la cuestión de la valoración pública del organismo, que se podría haber visto resentido en el período previo: “nos parecía que también se le debía eso [un proyecto como el de CAFN] al CONICET por todo el desprestigio que había tenido como institución en los últimos años”. Gori se refiere a ataques contra la institución en redes sociales (y, en menor medida, en algunos medios masivos tradicionales) durante el gobierno de Mauricio Macri, que pueden considerarse motivados políticamente en función de una discusión pública sobre el presupuesto para ciencia, cuyo análisis excede el alcance de este trabajo (Esteban, 2022: cap. 3).

La iniciativa CAFN y su modo de trabajo

Aunque sus integrantes sostienen que el proyecto CAFN no está inspirado o basado en ningún otro proyecto previo, pueden verse semejanzas con iniciativas generales de fact-checking, un aspecto que no quita valor ni originalidad a la iniciativa en función de cómo fue imaginada e implementada. Sobre su origen, Gori relata que cuando se desató la pandemia ya tenía experiencia en comunicación de la ciencia, y trabajaba en actividades relacionadas a desmentir fake news, así como realizando acciones de divulgación y extensión universitaria, como colaborar en la iniciativa “La noche de los museos”, una propuesta de divulgación propiciada por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires de la que participan casi trescientos museos y centros culturales, entre ellos, instituciones científicas. Con esos antecedentes, inició el proyecto, apoyándose además en las experiencias que habían tenido otros científicos del CONICET en talleres y en distintas actividades de divulgación.

El grupo de CAFN empezó a colaborar con Télam, la agencia de noticias del sistema de medios públicos de la Argentina. Esta agencia había creado una plataforma llamada Confiar,[2] para ofrecer información que corrigiera o revisara información falsa sobre COVID-19. En relación con esta colaboración con la plataforma Confiar, el grupo de CAFN empezó a darle a cada evaluación de noticias la estructura de “verdadero”, “falso”, o “apresurado”. Cabe señalar que esta colaboración con la plataforma Confiar se da a través del CONICET, debido a que el grupo de CAFN no constituye ninguna figura jurídica con la que se pueda tener un acuerdo legal. Sin embargo, no todos los colaboradores forman parte del CONICET; algunos de ellos son externos.

El proyecto CAFN se organizó siguiendo un modo de trabajo basado en tres comisiones principales que se dividen la gestión de tareas con el objetivo de organizar de manera más eficiente el flujo de trabajo.

La comisión 1 se encarga de buscar las fake news que circulen en el momento, funcionando a la manera de un observatorio de medios. Sin embargo, no es el único modo a través del cual se detectan las fake news: también se reciben noticias a través de allegados a los integrantes del equipo, e incluso por seguidores en las redes sociales. Cuando la iniciativa empezó a tener más audiencia, también comenzaron a llegar consultas a la plataforma Confiar. Independientemente de cómo lleguen las noticias dudosas a la comisión 1, puede decirse que está encargada de monitorear dudas o preocupaciones que hay en la población; las que, tras su análisis, se considera no están bien resueltas en las redes sociales o en medios tradicionales, en particular, la televisión.

Luego, la comisión 2 es la responsable de estudiar las evidencias científicas disponibles para poder catalogar algún enunciado como verdadero, falso o apresurado; o desmentir aquellas informaciones que ya se sabe que son falsas. En este sentido, hay dos tipos de publicaciones:

-Verdadero, falso o apresurado: se coloca una de estas etiquetas a alguna información que circule por los medios de comunicación relacionada con COVID-19 y explica por qué es así.

-Fake news: detalla alguna noticia falsa difundida durante la pandemia y explica por qué motivos no es información verídica.

Esta comisión tiene una autoevaluación cruzada, en la medida en que cada investigador evalúa las conclusiones de los otros investigadores con respecto al contenido de un enunciado, y así se hace con todos los miembros de la comisión.

Finalmente, la comisión 3 se encarga de generar un contenido ameno, con un lenguaje más sencillo, menos técnico, para poder llevar esta información a la plataforma Confiar y en las redes sociales de CAFN, lo que incluye Twitter, Facebook e Instagram, con el usuario @anti__fakenews.

Además de estas comisiones, hay grupos encargados de redes sociales y prensa, que se manejan directamente con los medios; así como un grupo que gestiona algunas cuestiones más políticas, como colaboraciones con algunos organismos nacionales como el Ministerio de Salud, la Defensoría del Público, Tecnópolis, o con el mismo CONICET. Adicionalmente, un grupo se encarga de gestionar charlas y talleres en escuelas, tarea que se va distribuyendo entre todos los integrantes, dependiendo de su disponibilidad y preferencias.

Ahora bien, esta estructura no ha sido siempre la misma; como equipo han cambiado el modo de trabajo a lo largo de tiempo. “Al principio fue todo muy rápido y hubo que salir a desmentir y luego nos fuimos como profesionalizando un poco más y viendo realmente cuáles eran las noticias que era necesario desmentir”, comenta Gori. De hecho, uno de sus proyectos más recientes es la versión CAFN para niños, que también va aumentando su difusión y su cantidad de seguidores.

El grupo fundador está formado por 16 integrantes; en su mayoría son científicas y científicos del área de la salud, que incluye a becarios doctorales, pos doctorales e investigadores jóvenes. Pero también se cuenta con un grupo colaborador de otras disciplinas del área de sociales, como un politólogo, una antropóloga, comunicadoras sociales; y también algunos biólogos que trabajan por fuera del sistema científico, incluso en distintos puntos del país, aunque hay predominancia del área metropolitana, así como del género femenino. Un caso interesante en términos de experticias y de vinculaciones institucionales, por ejemplo, es el de la comunicadora María Victoria Ennis, profesora de periodismo científico de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires (UNICEN), quien participa desde el Observatorio de Medios Ciudadanía y Democracia de esa universidad.[3] Otro caso interesante es el del politólogo de CONICET Pablo Martín Méndez, quien comenta que su relación con Gori comenzó en las luchas por el presupuesto durante el gobierno de Macri, y explica su participación en el grupo de CAFN como un modo de “aportar una comprensión teórica y contextual del fenómeno de fake news”.

Un aspecto importante a destacar es que se trata de trabajo voluntario, ad honorem. En el caso de los becarios e investigadores de CONICET, lo realizan como una extensión de su trabajo en la institución. En ese sentido, no hay una cantidad fija de horas de colaboración semanales. “El trabajo es voluntario, con lo cual cada uno hace lo que puede cuando puede, más ahora que volvimos a los laboratorios en nuestras tareas comunes”, cuenta Gori a fines de 2021. Además, el ritmo de trabajo ha variado a lo largo del tiempo. En la estimación del propio grupo, en los últimos meses de 2021 ha bajado la cantidad de fake news. En el detalle de Gori:

 

Al principio analizábamos de cinco a siete noticias por semana, pero como ha bajado la cantidad, también nosotros hemos tenido que bajar nuestra cantidad de horas. Con lo cual estamos trabajando sobre tres o cuatro, a veces cinco fakes [fake news] o enunciados, pero en una frecuencia de cada dos semanas.

Decisiones sobre la coyuntura

Uno de los problemas que enfrentó el grupo de CAFN fue cómo hacer un trabajo rápido, en consonancia con la celeridad que la comunicación de crisis requiere. Un ejemplo de cómo encararon esta necesidad ocurrió cuando el presidente Alberto Fernández se contagió de COVID-19 en abril de 2021, luego de estar vacunado. El caso tuvo gran repercusión en los medios y los seguidores de CAFN esperaban aclaraciones. De algún modo, estaba en juego la confianza en las vacunas contra COVID-19, en pleno proceso de vacunación, que había comenzado en diciembre de 2020. La información científica involucrada en el caso, en sí misma, no era novedosa, porque ya se sabía que las vacunas no previenen el contagio; de este modo el grupo pudo concentrarse en responder directamente. Gori explica:

 

Entonces, como era de un día para el otro y era algo que ya veníamos trabajando, nosotros no necesitábamos volver a las evidencias científicas porque era algo que se malinterpretó. Esto de pensar que cuando uno está vacunado no se puede contagiar.

La forma en la que enfrentaron la ola de preguntas implicó hacer publicaciones rápidas en sus redes sociales, una vez que todos los miembros estuvieran de acuerdo con lo que se iba a publicar.

Se trató de un ejemplo que deja en evidencia la necesidad de ofrecer información clara, concisa, coherente y oportuna en relación con la pandemia de COVID-19 que fuera más allá de la mera desmentida. Como sostienen Pavlevska, Školkay, Zankova, Ribeiro y Bechmann (2021), no se trata solo de desacreditar la información errónea o malintencionada, sino de ofrecer una explicación alternativa, para tratar de minimizar los posibles impactos negativos.

En particular, una de las consecuencias negativas que tuvo en cuenta y a la que respondió el grupo de CAFN tiene que ver con el miedo. Como sostienen Petts, Draper, Ives y Damery (2010: 155): “La incerteza suele alimentar el miedo y puede llevar al ‘peor caso’ o a evaluaciones exageradas de riesgo e inducir al pánico”. Las muchas incógnitas en relación con la pandemia de COVID-19, algunas de las cuales iban despejándose paulatinamente mientras surgían otras, debido a la propia novedad de la enfermedad, demandaban habilidades para comunicarse con el público de manera rápida, eficiente y en relación con las preocupaciones que surgían. Tiempos de crisis como los de la pandemia requieren respuestas inmediatas para contribuir a una adecuada percepción del riesgo y a la toma de decisiones también adecuadas por parte del público.

Esto parece ser aún más importante en relación con dos aspectos sobre los que CAFN se vio en la obligación de comunicar de manera oportuna, con base en información científica verificada, mostrando comprensión sobre las preocupaciones del público, como vimos que recomiendan los especialistas de la OPS sobre comunicación de riesgos de salud. En este sentido, nuestro análisis se detuvo en la respuesta de CAFN ante dos asuntos: los tratamientos y las vacunas contra COVID-19.

Caso 1: tratamientos

La pandemia de COVID-19 planteó un desafío más allá de la enfermedad en sí, ya que el aislamiento se asoció con un mayor uso de internet y redes sociales. La desinformación sobre el tratamiento de esta enfermedad incluso ha tenido consecuencias letales, sobre todo al inicio de la pandemia. CAFN utilizó todas sus plataformas sociales para refutar fake news sobre el tema, hacer recomendaciones que ayudaran a concientizar a las audiencias y etiquetar algunas noticias como verdaderas, falsas o apresuradas. A continuación, se presentan algunos ejemplos tomados de las redes sociales de CAFN.

En Instagram:

 



Figura 1. Aclaratorias sobre tratamientos contra COVID-19

Fuente: @anti__fakenews, Instagram, 2021.

 

 



Figura 2. Etiqueta de Fake News en noticias sobre tratamientos contra COVID-19

Fuente: @anti__fakenews, Instagram, 2021.

 

 




Figura 3. Etiquetas de “verdadero”, “falso” y “apresurado” sobre tratamientos

Fuente: @anti__fakenews, Instagram, 2021.

 

En Twitter:



Figura 4. Aclaraciones sobre noticias que hablan de tratamientos contra COVID-19

Fuente: @anti__fakenews, Twitter, 2021.

 

En Facebook:

 




Figura 5. Aclaraciones sobre tratamientos contra COVID-19

Fuente: @ciencia.anti.fake.news, Facebook, 2021.

 

Uno de los casos de desinformación sobre tratamientos más destacado fue el relacionado con el dióxido de cloro, que constituye un ejemplo de cómo las noticias falsas, circuladas a través de medios tradicionales como la televisión, así como a través de las redes sociales, pueden matar. El 6 de agosto de 2020, Viviana Canosa, una presentadora de la televisión argentina, dio a entender de manera indirecta que bebía dióxido de cloro en su programa, en un momento de auge de las noticias falsas sobre tratamientos para combatir el coronavirus. Una de las consecuencias de su acto fue una denuncia penal el martes 17 de agosto tras la muerte de un niño de cinco años, en Neuquén, por la ingesta de esa sustancia (Chequeado, 2020). A este se sumaron otros dos casos de personas que ingirieron dióxido de cloro y murieron. Uno ocurrió en Jujuy, cuando falleció un hombre de 51 años el 11 de agosto de 2020 (Chequeado, 2020). Posteriormente, en enero de 2021, un hombre de 93 años murió luego de que un juez autorizara la administración de dióxido de cloro (Chequeado, 2021).

El grupo de CAFN se dedicó especialmente a este problema y trató de desmentir las propiedades medicinales del dióxido de cloro, así como también de advertir sobre lo peligroso de su ingesta, a través de todas sus cuentas sociales y del convenio del CONICET con Télam.

En Instagram, Twitter y Facebook:

 




Figura 6. Aclaraciones sobre el dióxido de cloro como tratamiento para COVID-19 en Instagram, Twitter y Facebook

Fuente: @anti__fakenews, Instagram, 2021, @anti__fakenews, Twitter, 2021, @ciencia.anti.fake.news, Facebook, 2021.

 

En YouTube:

 

Figura 7. Aclaraciones sobre el por qué no usar dióxido de cloro como tratamiento para el COVID-19

Fuente: Youtube, 2022.

 

En Confiar, de Télam:

 

Figura 8. Noticia sobre por qué no usar dióxido de cloro como tratamiento para COVID-19

Fuente: Plataforma Confiar, 2022.

Ya se ha explicado que en la comunicación de riesgos de salud es necesario que exista rapidez en la respuesta y confianza en la veracidad de la información. La respuesta del grupo CAFN sobre el dióxido de cloro es un ejemplo notable de estas dos características:

-Rapidez: la primera publicación de CAFN sobre este tema fue el 27 de abril de 2020, en su cuenta de Instagram, mucho antes de la primera muerte en Argentina. Además, a partir de esta fecha, replicaron la información a través de sus distintas redes sociales y la plataforma Confiar para tener mayor rapidez y alcance en la respuesta. Esto constituye una forma eficiente de ahorrar tiempo y mantener informadas a las personas que los siguen en las distintas plataformas.

-Confianza: el modo en el que trabaja la comisión número 2, a través de la cual se valida la información, permite al comunicador –que muestra o desmiente la noticia al público– tener confianza en la veracidad de la información; y al mismo tiempo, ya que CAFN ha mostrado cómo realizan su proceso de verificación en las redes sociales, el público también se puede sentir confiado al leer la noticia.

Caso 2: vacunas

La vacunación juega un papel fundamental en la lucha contra la pandemia. Las personas que se vacunan se protegen a sí mismas y a los demás contra el virus, en la medida en que se dificulta su propagación. La discusión pública sobre las vacunas para COVID-19 se instaló en un ambiente complicado, en la medida que existían antecedentes recientes, en Argentina y en otros países del mundo, de resistencia a las vacunas, incluyendo verdaderos movimientos antivacunas en países centrales. Esta situación, sumada a la gran incertidumbre ante la pandemia de COVID-19, hizo dudar a algunas personas sobre si era seguro y valía la pena realmente aplicarse la vacuna contra el virus que ocasiona la enfermedad. Aunque no todas las dudas o actitudes de resistencia ante las vacunas pueden considerarse irracionales ni descartarse sin más, debe decirse que en Argentina se sumaron verdaderas operaciones comunicativas para generar confusión en relación con la seguridad de las vacunas disponibles y con las negociaciones del gobierno nacional para obtenerlas.

Esta situación, por otra parte, se dio dentro de un panorama político nacional y un marco internacional muy complejo, que fue eventualmente denunciado por el propio director general de la OMS, quien el 18 de enero de 2021, tras celebrar el desarrollo de vacunas “que salvan vidas”, se refirió a las mismas como “otro ladrillo del muro de la desigualdad entre los ricos y los pobres del mundo”, y alertó sobre la perspectiva de “un fracaso moral catastrófico” en relación con su distribución (OMS, 2021). Como resume un informe sobre acceso a vacunas, “el año 2021 estuvo fuertemente marcado por una disputa a nivel global por la distribución de las primeras vacunas aprobadas”. Como detalla,

 

A pesar de las iniciativas, impulsadas principalmente por organismos internacionales, que bregaban por una distribución equitativa de las vacunas a nivel mundial, los países con mayores recursos fueron los que se hicieron con las primeras dosis, mientras que aquellos de bajos recursos se vieron relegados en la distribución. (ICAV, 2021: 4)

Por estas razones se hacía más perentoria la necesidad de ofrecer información confiable, de manera oportuna y empática en relación con las vacunas para COVID-19.

Sobre dónde se ubica la población argentina frente a las vacunas, a comienzos de febrero de 2021, a poco más de un mes del inicio de la vacunación en el país, el Índice de Confianza y Acceso a Vacunas, financiado por la Fundación Bunge y Born, indicaba resultados interesantes. En el segundo año de esta encuesta, quedó claro que, en la Argentina, el problema seguía siendo más de acceso que de percepción. En la encuesta de 2020, el 72% de los encuestados dijo que se daría la vacuna para prevenir el COVID-19. La encuesta se hizo entre octubre y diciembre de ese año, cuando la información todavía era incompleta, por lo cual no sorprende que, entre quienes dijeron que no se la aplicarían, el motivo más frecuente que se adujo fue que faltaban etapas de prueba, con un guarismo de 43,1% (ICAV, 2020).

Ahora bien, el índice de confianza en las vacunas, aunque seguía siendo alto, bajó del 93,7% de 2019 al 86,9% en 2020 (ICAV, 2020). Tendencia que continuó en 2021, cuando llegó al 85,5% (ICAV, 2021). Estos resultados son coincidentes, en términos de tendencia, con un estudio a nivel mundial, realizado por Johns Hopkins University, junto con la OMS y otros, que muestran que la aceptabilidad de las vacunas en la Argentina bajó de 71,8% en agosto de 2020 a 53,9% en diciembre de ese año (KAP COVID, 2021). Este descenso en la confianza que se evidenciaba en un momento clave de la vacunación, además de abrir preguntas sobre sus causas, deja en claro la necesidad de una intervención comunicativa.

De todos modos, en términos de respuesta efectiva, puede decirse que la vacunación en Argentina se encuentra entre las más altas del mundo. Para dar algunas cifras importantes, el 60% de la población ya había completado su esquema de vacunación contra COVID-19 en noviembre de 2021. Además, el 78,5% de las personas había recibido al menos una dosis de vacuna contra esa enfermedad para la misma fecha.

Para evaluar la actuación del grupo de CAFN en este contexto, cabe recordar que en los primeros días de la pandemia, la guía para comunicar sobre el coronavirus de la OPS indicó que se debe informar sobre las vacunas de forma transparente, al aclarar por ejemplo, que “el criterio para vacunar a cierto grupo de la población primero porque están en mayor riesgo o porque cuidan a los enfermos” (Organización Panamericana de la Salud, 2020: 2).

En relación con la vacunación, el grupo de CAFN respondió a fake news y distintos aspectos. Podemos destacar los siguientes:

-“Las vacunas contienen sustancias peligrosas”.

En el caso de COVID-19, una de las sustancias que algunos medios divulgaron es el grafeno, información que resulta infundada. Según Reuters Fact Check:

 

las alegaciones se basan en un análisis de un profesor en España que ha sido rechazado por expertos. Obtuvo lo que él mismo describió como resultados no concluyentes después de estudiar un vial que supuestamente contenía una dosis de la vacuna Pfizer-BioNTech, pero dijo que le había llegado a través de un servicio de mensajería y reconoció que se desconocía el origen del vial. (Reuters Fact Check, 2021)

Específicamente en Argentina, el 11 de enero de 2022 se publicó un informe de la Administración Nacional de Alimentos, Medicamentos y Tecnología Médica (ANMAT) en el que decía erróneamente que uno de los componentes de la vacuna AstraZeneca es el grafeno. Luego, el 17 de enero ANMAT aclaró que ese contenido surgió de un error en el tipeo del informe (Argentina Unida, 2022).

Ahora bien, el equipo de CAFN ya había publicado información desde el 27 de octubre del año anterior en la que desmentía que las vacunas contra el COVID-19 tuvieran grafeno. Esta información fue posteada posteriormente en medio de la crisis comunicacional del ANMAT, a mediados de enero de 2022.

 




Figura 9. Publicaciones sobre la no existencia del grafeno en las vacunas para el COVID-19

Fuente: @anti__fakenews, Twitter, 2021. 

Por otro lado, el grupo de CAFN que maneja las cuentas en redes sociales también se dio a la tarea de responder inquietudes sobre los componentes de la vacuna.

 

Figura 10. Respuestas del equipo CAFN

Fuente: @anti__fakenews, Twitter, 2021, @ciencia.anti.fake.news, Facebook, 2021.

 -“La protección natural es mejor que la inducida por la vacuna”.

Es cierto que, para algunos patógenos, la inmunidad producida por el contagio o enfermedad puede ser de mayor duración que la generada por la vacuna. Sin embargo, las investigaciones mostraron que el riesgo por adquirir SARS-CoV-2 no tiene comparación con el riesgo asociado a cualquier vacuna recomendada. De hecho, existen algunas estadísticas que demuestran la importancia de la vacuna contra COVID-19. En Estados Unidos, un estudio del Centro de Prevención y Control de Enfermedades (CDC, según su sigla en inglés) muestra que las vacunas de Pfizer-BioNTech y Moderna contra COVID-19 han tenido una eficacia del 94% contra la hospitalización por la COVID-19 entre adultos de más de 65 años. Se ha demostrado que estas vacunas brindan protección contra enfermedades graves y hospitalizaciones en este grupo etario (Centers for Disease Control and Prevention, 2021).

En Argentina, se identificó que, entre los internados por COVID-19, el 50% no había completado su esquema de vacunación o no había recibido ni siquiera una dosis. Entre ellos, el 62% requirió ventilación mecánica, mientras que entre quienes completaron su vacunación solo el 28% necesitó asistencia de un respirador (Sociedad Argentina de Terapia Intensiva, 2022).

En España, el 60% de los ingresados en Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) por coronavirus son personas que no se han vacunado. Además, esa estadística toma otra dimensión cuando se resalta que casi el 80% de su población está vacunada, así que el 60% de no inmunizados se enmarca en un grupo mucho menor de personas (El País, 2021).

En este caso, además del uso de su “falso”, “verdadero” o “apresurado”, el grupo de CAFN publicó una infografía que muestra de manera visual, muy clara, la proporción entre internados y no internados en UCI, lo que aprovecha de mejor manera la característica visual que tienen las plataformas sociales, especialmente Facebook e Instagram.

 




Figura 11. Publicaciones del equipo de CAFN sobre la vacuna contra COVID-19

Fuente: @ciencia.anti.fake.news, Facebook, 2021.

-“Las vacunas contra COVID-19 pueden causar cáncer”.

Además de argumentos generales y más o menos reiterados contra las vacunas, hubo algunos otros que han sido propagados solo para el uso específico de la vacuna contra COVID-19, como este de que “pueden causar cáncer”.

Es importante tener en cuenta que para combatir el coronavirus se patentó una nueva tecnología: la creación de vacunas con ARN mensajero (ARNm, que es la información genética del SARS-CoV-2), que utilizan una pequeña parte del código genético del coronavirus para enseñarle al sistema inmunitario humano cómo producir una proteína que desencadenará una respuesta inmunitaria si se infecta. Uno de los mitos más frecuentes sobre este tipo de vacunas es que el ARNm se combina con el ADN y cambia el código genético de las personas, lo cual es falso. De hecho, el ARNm es frágil, por lo que después de enviar las instrucciones a las células, se descompone y desaparece del cuerpo. El ARNm ni siquiera llega al núcleo de la célula, la parte que contiene el ADN (Centers for Disease Control and Prevention, 2022).

Ante esto, el grupo de CAFN publicó una aclaratoria en sus redes sociales y explicó por qué no hay posibilidad de que las vacunas se inserten en el ADN.

 

Figura 12. Aclaratoria sobre las vacunas creadas para combatir COVID-19

Fuente: @anti__fakenews, Instagram, 2021.

Adicionalmente, el equipo de CAFN utilizó sus cuentas de Twitter, Facebook y YouTube para mostrar o desmentir información sobre las vacunas.

En Twitter:





Figura 13. Información general sobre las vacunas contra COVID-19

Fuente: @anti__fakenews, Twitter, 2021.

Particularmente en Twitter, un medio que se caracteriza por una beligerancia en los intercambios mayor en otras redes sociales, aunque la recepción del público a las intervenciones del grupo del CAFN fue generalmente positiva, algunos usuarios se refirieron negativamente a la información y atacaron la cuenta.

 

Figura 14. Recepción negativa de algunos usuarios ante la información dada por CAFN

Fuente: (@anti__fakenews, Twitter, 2021).

 

En Facebook y YouTube:

 



Figura 15. Información variada sobre COVID-19, por CAFN

Fuente: @ciencia.anti.fake.news, Facebook, 2021, Youtube, 2022.

En general, la reutilización del mismo contenido en distintas plataformas sociales, recurso al que apeló reiteradamente el grupo del CAFN, es una forma eficiente de ahorrar tiempo y mantener informadas a las personas que los siguen más rápidamente, en la medida en que los usuarios de unas y otras redes sociales solo se solapan parcialmente.

Discusión: la importancia de la comunicación de riesgos de salud

Entre las muchas perspectivas y dimensiones que podrían adoptarse en el análisis de una iniciativa como CAFN, la cuestión de su papel en relación con la comunicación de riesgos de salud resulta relevante, y es la que abordamos centralmente en este trabajo, que tiene un carácter preliminar en la medida en que no se propone una revisión exhaustiva sino solo de algunos aspectos que consideramos de importancia en relación con la problemática de la desinformación durante la pandemia. En efecto, la bibliografía muestra que, en una situación de pandemia por una enfermedad tipo influenza, como es el caso de la pandemia de COVID-19, una comunicación de riesgos de salud efectiva resulta fundamental en relación con la circulación de la información, las actitudes y la toma de decisiones. Es decir, en palabras de Petts, Draper, Ives y Damery (2010), no solo para “ofrecer consejos, información y mensajes tranquilizadores”, sino también

 

para estimular a las personas a tomar acciones preventivas personales (i. e., aislamiento de las personas enfermas, cuarentena voluntaria en casa de miembros no enfermos de la familia, trabajo desde casa) y para estimular el apoyo a la necesaria respuesta nacional y las medidas de contingencia. (2010: 148)

Una forma en la que se pueden contrastar los objetivos de CAFN y su desempeño es tomando como guía el documento de la OPS, ya comentado, que habla de las metas de comunicación generales para el brote de COVID-19, basado en los principios de comunicación de riesgos de salud. De sus recomendaciones (Organización Panamericana de Salud, 2020: 3), comentaremos las que resultan relevantes para el análisis de esta iniciativa:

-“Brinde inmediatamente información correcta y oportuna, y aborde las preocupaciones de salud pública acerca del primer caso de la enfermedad confirmado en el laboratorio”.

El primer caso de COVID-19 en Argentina se confirmó el 3 de marzo de 2020. Para ese momento, aún no se había conformado el grupo de CAFN. Sin embargo, desde el momento de su creación y su primer post, el 14 de abril de 2020, la información que ha brindado siempre buscó responder de manera rápida y oportuna las preocupaciones más salientes en la opinión pública, de acuerdo a su análisis.

-“Infunda y mantenga la confianza del público en el sistema de salud pública para responder eficazmente a la situación y gestionarla”.

Este objetivo no es de los más relevantes en relación con el trabajo del grupo del CFAN, ya que, en su carácter de propuesta de fact-checking, en la mayoría lo sus posts desmienten informaciones falsas. Sin embargo, hay posts que muestran cómo funciona el sistema de salud o el virus que produce la enfermedad del COVID-19. Por otra parte, se nota en todo el trabajo de CAFN una preocupación por acompañar las medidas tomadas por las autoridades nacionales, como vimos, por ejemplo, con la información sobre vacunas. Cabría preguntarse, sin embargo, si en algunos posts el tono no es un poco condescendiente. Por ejemplo, un post difundido por Instagram que sostiene: “Por qué el ciudadano no debe preocuparse por elegir la plataforma vacunal apropiada para él?”, parece haber poca empatía con preocupaciones que pueden considerarse legítimas, así como subestimarse el poder de decisión de las personas sobre su cuerpo. Sin dudas, resulta muy delicado el equilibrio entre informar de manera clara y asertiva, y avanzar sobre posiciones personales, entre otros aspectos. Asimismo, la brevedad de los mensajes que exigen las redes sociales representa una exigencia adicional, acerca de la cual nuestro análisis preliminar indica, más allá de esta observación puntual, que el grupo de CAFN tuvo un desempeño destacado.

-“Mantenga al público plenamente informado –explique lo que se sabe y lo que no– de modo que el público entienda cuál es su nivel personal de riesgo de padecer una infección por el virus y actúe en consecuencia”.

Sin dudas, puede decirse que el grupo de CAFN se preocupó mucho por cumplir este objetivo. La organización hizo su mayor esfuerzo para brindar información de calidad y a tiempo, sobre todo por su acceso a publicaciones científicas, preprints (que abundaron en la pandemia), consultas con expertos y oficinas de gobierno, entre otros.

-“Mantenga la credibilidad y la confianza del público en las autoridades proporcionando información correcta y con base científica, pero reconociendo las incertidumbres, con honestidad, conocimiento y compromiso”.

Gran parte de la credibilidad inicial de CAFN está respaldada en el hecho de que es un grupo perteneciente al CONICET, lo que generó confianza en los lectores. De hecho, como se menciona en el transcurso de este trabajo, en la plataforma de Télam no aparece CAFN como organización, sino el CONICET como ente científico. Por otro lado, en varias publicaciones se reconoce la incertidumbre del momento.

-“Evite las especulaciones y las conjeturas. Disipe los rumores, la información incorrecta y las suposiciones erróneas cuanto antes”.

También puede destacarse, centralmente, el esfuerzo del grupo de CAFN por cumplir este objetivo. A través de la estructura interna, el grupo se asegura, desde su composición, que todo sea validado científicamente, que se responda a la información falsa o dudosa; y todo en tiempos muy rápidos.

-“Proteja la privacidad del paciente y de los contactos en la medida de lo posible”.

Es importante destacar que en las publicaciones del grupo no se habla de casos específicos ni se revelan nombres de pacientes.

-“Responda rápidamente a las inquietudes específicas y a las necesidades de información del público, el personal de salud y la comunidad de salud pública”.

La agrupación respondió rápidamente a las noticias de último minuto, ya que se hicieron publicaciones relacionadas a los hechos incluso el mismo día. Adicionalmente, el grupo interactúa con las personas que tienen inquietudes o comentarios; sin embargo, se abstiene de alimentar comentarios ofensivos o que no tengan relación con lo que se haya publicado.

-“Emplee un enfoque de comunicación gubernamental unificado y coherente, estratégico, coordinado y operativo”.

También puede destacarse el esfuerzo constante por cumplir este objetivo, ya que el grupo de CAFN se basa en lo que dicen las organizaciones gubernamentales y además tiene por sí mismo un enfoque comunicacional coherente y coordinado.

-“Bríndeles a las personas cosas sencillas para hacer con el objetivo de reducir su exposición al virus y para proteger la salud de sus seres queridos, según su grado de riesgo, de preocupación, las recomendaciones y opciones disponibles. Esto ofrece una sensación de control y motivación”.

La agrupación tuvo esto en cuenta. Publicó de manera reiterada sobre el modo como los ciudadanos pueden cuidarse.

En síntesis, el trabajo de CAFN muestra un desempeño muy adecuado en relación con las recomendaciones de la OPS y con los propios objetivos que el grupo se había fijado. En términos generales, puede decirse que el caso de CAFN, como proyecto que buscó atender a la necesidad de difundir información confiable y responder a la información errónea, sesgada o maliciosa en relación con la pandemia de COVID-19, no es único en la Argentina. Más o menos por la misma época en que esta iniciativa tomó forma se había creado la iniciativa Corona Consultas, a cargo sobre todo del investigador del CONICET Fabricio Ballarini, que respondía dudas e información errónea en redes sociales y que luego se discontinuó (Maldonado, 2020; Luna, 2020). También merece mencionarse las actividades realizadas de manera sostenida por el sitio El Gato y la Caja (https://elgatoylacaja.com/), una propuesta autogestiva de comunicación de la ciencia con actividad creciente y continuada desde 2014, muy valorada por la comunidad científica y audiencias interesadas (Ruiz de Galarreta, 2019), que tuvo protagonismo en relación con la difusión y análisis de información sobre la pandemia. Sí puede decirse, a partir de estudios preliminares sobre nueve universidades públicas, que las mismas respondieron con cierto retraso al desafío de la comunicación de la ciencia en la pandemia y no fueron especialmente hábiles a la hora de aprovechar el potencial interactivo de los nuevos medios (Casasola, 2022).

Una consideración aparte merece el trabajo realizado por el periodismo especializado de nuestro país, es decir, por las y los periodistas científicos, cuyo papel en la pandemia de COVID-19 no ha sido estudiado todavía, ni en la prensa gráfica, ni en radio y televisión, ni en nuevos medios. A partir de la observación anecdótica, puede decirse que su desempeño se destaca por la precisión y compromiso profesional en comparación con el desempeño desparejo del periodismo generalista. Al existir ya un amplio cuerpo de periodistas científicos en nuestro país, agrupados en dos asociaciones profesionales,[4] es tema para futuras indagaciones comprender por qué muchos medios eligieron dejar en manos de periodistas políticos o generalistas la cobertura de la pandemia.

En este panorama complejo y apenas explorado, la iniciativa CAFN se destaca por su temprano surgimiento, por la calidad y consistencia de su trabajo, por la composición del grupo que la lleva adelante, y por la forma de trabajo adoptada, que buscó apoyarse en evidencias científicas y comunicar de manera rápida, clara y empática a distintas audiencias por distintos medios, haciendo un uso especialmente productivo de los nuevos medios.

Conclusiones

De las entrevistas realizadas a los miembros del grupo de CAFN, surge que el objetivo central al crearlo fue generar tranquilidad y mitigar el miedo derivado de las incertidumbres sobre COVID-19, ofreciendo información confiable que respondiera a dudas, errores o información maliciosa difundida por distintos medios. En sus inicios no era un proyecto ambicioso, sino más bien una herramienta para informar a las personas cercanas. Sin embargo, el respaldo de CONICET los impulsó a crecer más de lo esperado. En ese sentido, puede decirse que el grupo de CAFN complementó eficazmente las acciones comunicativas del gobierno nacional y las jurisdicciones provinciales. Como comentan Petts, Draper, Ives y Damery (2010: 149), en una pandemia, “las personas necesitan tener confianza en una preparación y respuesta efectivas. Esto tiene implicancias para aquellos a cargo de proveer la respuesta –que no se limitan a los servicios de salud–” (las bastardillas son nuestras).

Cabe destacar que las acciones de CAFN son una mezcla entre vigilancia de las noticias falsas, a la manera de las iniciativas de fact-checking, y la divulgación de la ciencia en términos más generales, ya que, con sus comunicaciones, el grupo no solo buscó y busca desmentir sino educar a su audiencia, sobre todo sobre asuntos de ciencias de la salud.

En términos amplios de los modelos de la comunicación de la ciencia, una iniciativa como CAFN puede entenderse en los tres sentidos de los que habla Dickson (2001). En primer lugar, tiene algo del clásico modelo de déficit, en la medida en que ofrece información, complementando la información gubernamental, de los expertos a los legos. Pero, en tanto sitio de fact-checking y como vimos en la dinámica de trabajo, el CAFN funciona también con un modo de comunicación dialógico, que presta atención a las necesidades y demandas de información confiable y las dificultades para acceder a ella. Y podría decirse, en el tercer sentido de Dickson, que también empodera a sus audiencias, en la medida en que, al acercarles la información que necesitan y demandan, contribuye a la toma de decisiones informadas en momentos críticos. Momentos en que, sin exagerar, están en juego la vida, la enfermedad y la muerte. Es en relación con los dos últimos sentidos, el dialógico y el de empoderamiento, en que las nuevas tecnologías de la comunicación ofrecen las mejores herramientas y posibilidades, que el grupo del CAFN utilizó de manera productiva y consistente.

En la misma perspectiva abordada en este trabajo, es decir, sobre comunicación de riesgos de salud, quedan para trabajos posteriores varios aspectos que podrían profundizarse, como los procesos de toma de decisiones en relación con qué noticias falsas o dudas responder, el modo de trabajo con la información científica disponible (especialmente complejo en relación con una enfermedad nueva), la construcción de los mensajes, cuestiones sobre la interactividad en las redes sociales; también, el modo de trabajo concreto en la relación con CONICET y Télam. Asimismo, merecería indagarse el impacto de las acciones comunicativas del CAFN, es decir, cuestiones de recepción, una línea de investigación que tiene sus especificidades y se ha diversificado en relación con los nuevos medios de comunicación.

Un aspecto adicional sobre el que vale la pena reflexionar es la sostenibilidad de este tipo de proyectos, más allá de la situación excepcional impuesta por la urgencia de la respuesta a la pandemia. Como comentan sus propios integrantes, debido al carácter voluntario y ad honorem de la participación en la iniciativa, las horas dedicadas se deducen de las comprometidas en tareas remuneradas, por el propio CONICET y por las demás instituciones de inserción de los integrantes del grupo de trabajo. En tiempos en que la comunicación de la ciencia en Argentina y América Latina se encuentra en un proceso de profesionalización e institucionalización (Vara, 2015; Polino y Cortassa, 2015; Cortassa y Rosen, 2019 y 2020), puede decirse que, sin dudas, la mayoría de los participantes en esta iniciativa están integrados en este proceso, tanto como divulgadores científicos como comunicadores especializados, incluso con formación o docencia en posgrados de esta temática.

En el caso de los miembros de CONICET, este organismo reconoce en los informes de becarios e investigadores las tareas de divulgación, aunque no está claro en qué medida las valoriza. Este aspecto merecería una investigación específica, así como la cuestión del balance de horas dedicadas a la investigación, la docencia, la transferencia y la divulgación. Otra cuestión a pensar es por qué, si CONICET y otras instituciones científicas de Argentina –incluidas las universidades nacionales– cuentan crecientemente con comunicadores especializados, remunerados específicamente para llevar adelante tareas de comunicación de la ciencia (aspecto clave de la profesionalización), no se tuvo en cuenta esta opción para apoyar al grupo de CAFN y dar mayor sostenibilidad al proyecto. Comentamos esta posibilidad y no la de otras fuentes de financiación utilizadas actualmente por proyectos autogestivos –como crowdfunding, aplicaciones como Cafecito, u otros aportes– debido a que la inserción institucional de la iniciativa en CONICET hace difícil sumar aportes privados.

Una última observación tiene que ver con la articulación institucional entre MINCyT, CONICET y Télam. En el relato de sus integrantes, aunque la iniciativa CAFN no surgió de estas instituciones, puede considerarse una respuesta de actores personales del sistema científico a un llamado institucional, respuesta que se vio fortalecida a través de la vinculación entre CONICET y Télam. La articulación de este proyecto, que también merecería una investigación específica, habla de una colaboración potenciada por vínculos institucionales y personales, favorecida por lo que podríamos llamar un ethos de servicio público o compromiso social de los investigadores, técnicos, docentes y no docentes, sobre todo, pero no únicamente, de instituciones públicas de Argentina.

Referencias bibliográficas

 

@anti__fakenews, Instagram (2021). Ciencia Anti Fake News. Recuperado el 22 de enero de 2022, de https://www.instagram.com/anti__fakenews/

@anti__fakenews, Twitter (2021). Ciencia Anti Fake News. Recuperado el 22 de enero de 2022, de https://twitter.com/anti__fakenews

Argentina Unida (2022). ANMAT aclara que la vacuna COVID-19 no contiene grafeno. Recuperado de https://www.argentina.gob.ar/noticias/anmat-aclara-que-la-vacuna-covid-19-no-contiene-grafeno (Visitado 17 de enero de 2022).

Casasola, M. S. (2022). Comunicar ciencias en pandemia: las narrativas de las universidades nacionales en Twitter. VIII Congreso Internacional de Comunicación Pública de la Ciencia y la Tecnología. Bariloche: UNRN.

Castells, M. (2012). Comunicación y poder. México: Siglo XXI.

Calvo, E.; Aruguete, N. y Ventura, T. (2021). Fact checking y la propagación de noticias falsas en redes sociales. Maryland: Univesity of Maryland-ILCSS.

Centers for Disease Control and Prevention (28 de abril de 2021). Effectiveness of Pfizer-BioNTech and Moderna Vaccines Against COVID-19 Among Hospitalized Adults Aged ≥65 Years. Recuperado de https://www.cdc.gov/mmwr/volumes/70/wr/mm7018e1.htm?s_cid=mm7018e1_w (Visitado 15 de abril de 2022).

----- (4 enero 2022). Understanding mRNA COVID-19 Vaccines. Recuperado de https://www.cdc.gov/coronavirus/2019-ncov/vaccines/different-vaccines/mrna.html (Visitado 11 de abril de 2022).

Chequeado (16 de agosto de 2020). Cuando la desinformación mata: el dióxido de cloro ya habría provocado 2 muertes y 2 intoxicaciones en el país. Recuperado de https://chequeado.com/el-explicador/cuando-la-desinformacion-mata-el-dioxido-de-cloro-ya-habria-provocado-dos-muertes-y-dos-intoxicaciones-en-el-pais/ (Visitado 11 de abril de 2022).

Chequeado (13 de enero de 2021). Investigan al médico y al juez que recomendaron tomar dióxido de cloro al paciente que falleció en el Otamendi. Recuperado de https://chequeado.com/hilando-fino/investigan-al-medico-y-al-juez-que-recomendaron-tomar-dioxido-de-cloro-al-paciente-que-fallecio-en-el-otamendi/ (Visitado 11 de abril de 2022).

Dickson, D. (2001). Science, the press and the public: from enlightenment to empowerment. 6th International Conference on Public Communication of Science and Technology. Ginebra: CERN.

El País (2021). Dos gráficos que ilustran la eficacia de las vacunas contra el coronavirus. Recuperado de https://elpais.com/sociedad/2021-11-24/dos-graficos-que-ilustran-la-eficacia-de-las-vacunas-contra-el-coronavirus.html (Visitado 4 de enero de 2022).

Esteban, P. (2021). La ciencia en disputa: ¿quién habla hoy en nombre de la ciencia? (tesis doctoral). Doctorado en Comunicación, Facultad en Periodismo y Comunicación, Universidad Nacional de La Plata.

ICAV (2020). Informe de Resultados 2020 Índice de Confianza y Acceso a las Vacunas. Buenos Aires: Fundación Bunge Born. Recuperado de https://www.fundacionbyb.org/_files/ugd/2aae47_095507a15dff4df7b83af1f07104a283.pdf (Visitado 11 de abril de 2022).

ICAV (2021). Informe de Resultados 2021 Índice de Confianza y Acceso a las Vacunas. Buenos Aires: Fundación Bunge Born. Recuperado de https://www.fundacionbyb.org/_files/ugd/2aae47_815e4906e3974db78663444e0a974c2e.pdf (Visitado 11 de abril de 2022).

KAP COVID Vaccine Acceptance Around the World. Recuperado de https://ccp.jhu.edu/kap-covid/vaccine-acceptance/ (Visitado 4 febrero 2021).

Luna, N. (5 de mayo de 2020). Quiénes son los científicos argentinos que combaten las fake news. La Nación. Recuperado de https://www.lanacion.com.ar/lifestyle/coronavirus-quienes-son-cientificos-argentinos-combaten-fake-nid2361880/ (Visitado el 4 de abril de 2022).

Maldonado, M. (29 de marzo de 2020). Científicos responden por redes sociales preguntas sobre coronavirus. Ámbito Financiero. Recuperado de https://www.ambito.com/informacion-general/coronavirus/cientificos-responden-redes-sociales-preguntas-n5091885 (Visitado el 4 de abril de 2022).

Nielsen, R. (2021). Digital News Report. Reuters Institute for the Study of Journalism.

Observatorio de Medios (s/f). Recuperado de https://observatoriodemedios.com.ar/index.php/nosotres/ (Visitado el 6 de abril de 2022).

Organización Mundial de la Salud (18 de enero de 2021). Alocución de apertura del Director General de la OMS en la 148ª reunión del Consejo Ejecutivo. Recuperado de https://www.who.int/es/director-general/speeches/detail/who-director-general-s-opening-remarks-at-148th-session-of-the-executive-board (Visitado 15 de abril de 2022).

Organización Panamericana de la Salud (2020). COVID-19: Orientaciones para comunicar sobre la enfermedad por el coronavirus 2019. Recuperado de https://iris.paho.org/handle/10665.2/53094 (Visitado el 4 de diciembre de 2021).

Pavleska, T.; Školkay, A.; Zankova, B.; Ribeiro, N. y Bechmann, A. (2021). Performance analysis of fact-checking organizations and initiatives in Europe: a critical overview of online platforms fighting fake news. En G. Terzis, D. Kloza, E. Kużelewska y D. Trottier (eds.), Disinformation and Digital Media as a Challenge for Democracy (pp. 217-246). Cambridge: Cambridge University Press.

Petts, J.; Draper, H.; Ives, J. y Damery, S. (2010). Risk communication and pandemic influenza. En P. Bennet, K. Calmann, S. Curtis y D. Fischacher-Smith (eds.), Risk Communication and Public Health (pp. 147-162). Oxford: Oxford University Press.

Plataforma Confiar. (2022). Confiar. Recuperado de https://confiar.telam.com.ar/ (Visitado el 30 de enero de 2022).

Reuters Fact Check (2021). Fact Check-COVID-19 vaccines do not contain graphene oxide. Recuperado de https://www.reuters.com/article/factcheck-grapheneoxide-vaccine-idUSL1N2OZ14F (Visitado el 23 de julio de 2021).

Ruiz de Galarreta, N. (2019). Comunicación Pública de la Ciencia en la Argentina: los casos de “El gato y la caja” y “Conicet dialoga” (tesina de grado). Licenciada en Comunicación Social, Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, Universidad Nacional del Comahue. Recuperado de http://170.210.81.141:8080/bitstream/handle/uncomaid/16557/Ruiza%20de%20Galarreta%2C%20N.%202019.%20Comunicaci%C3%B3n%20p%C3%BAblica%20de%20la%20ciencia%20en%20la%20argentina.pdf?sequence=1&isAllowed=y (Visitado el 5 de abril de 2022).

Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (2022). Ocupación de camas de UTI Argentina. Recuperado de https://www.sati.org.ar/images/covid-19/20220110-Ocupacion.pdf (Visitado el 10 de enero de 2022).

UNCuyo (2019). Comunicación de las ciencias: El Gato y la Caja. Recuperado de https://www.uncuyo.edu.ar/ciencia_tecnica_y_posgrado/gatoycajauncuyo (Visitado el 4 de abril de 2022).

Vara, A. M. (2015). Periodismo científico: entre la profesionalización y los desafíos del cambio tecnológico. En S. Espinosa (comp.), Ciencia, arte y tecnología. Enfoques plurales para un abordaje multidisciplinar (pp. 167-184). Lanús: Universidad Nacional de Lanús (serie Escritos sobre Tecnología, volumen 1).

Wardle, C. y Derakhshan, H. (2017). Information Disorder: Toward an Interdisciplinary Framework for Research and Policy Making. Council of Europe.

 

Entrevistas realizadas

 

Bruno Massare, licenciado en Periodismo y Comunicación de la Universidad J. F. Kennedy, maestrando en Ciencia, Tecnología y Sociedad, y doctorando en Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad de Quilmes. Es presidente de la Red Argentina de Periodismo Científico (RADPC). Entrevista realizada por Cecilia Bermúdez el 25 de noviembre de 2021, vía Zoom.

Leonardo Galeano, ingeniero en Agrobiotecnología y becario interno doctoral del CONICET, integrante del proyecto CAFN. Entrevistas realizadas por Cecilia Bermúdez el 4 de noviembre y el 2 de diciembre de 2021, vía email y WhatsApp.

María Victoria Ennis, magister en Periodismo de la Universidad Autónoma de Madrid, colaboradora externa del proyecto CAFN. Entrevistas múltiples realizadas por Cecilia Bermúdez del 28 de noviembre de 2021 al 19 de enero de 2022, vía Zoom y WhatsApp.

Nadia Luna, licenciada en Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Matanza y maestranda en Estudios Sociales Latinoamericanos de la Universidad de Buenos Aires. Trabaja en periodismo de ciencia desde 2010. Integra la red profesional Es Periodismo Científico (EsPeCie). Entrevista realizada por Cecilia Bermúdez el 19 de diciembre de 2021, vía email.

Pablo Martín Méndez, politólogo, doctor en Filosofía de la Universidad Nacional de Lanús e investigador asistente del CONICET, colaborador externo del proyecto CAFN. Entrevistas múltiples realizadas por Cecilia Bermúdez del 4 de noviembre al 19 de diciembre de 2021, vía Zoom y WhatsApp.

Soledad Gori, licenciada en Ciencias Biológicas y doctora en Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires, e investigadora asistente del CONICET, fundadora del proyecto CAFN. Entrevistas múltiples realizadas por Cecilia Bermúdez del 19 de noviembre al 9 de diciembre de 2021, vía Zoom y WhatsApp.

 


[1] Se realizaron cinco encuestas de percepción pública de la ciencia y la tecnología: en 2003, 2006, 2012, 2015 y 2021. Al completar este trabajo en abril de 2022, ya se había completado la de 2021, pero solo se habían difundido resultados parciales.

[2] Confiar es una de las cuatro plataformas digitales de la Secretaría de Medios y Comunicación Pública de la Nación. Las otras tres son: Contar, sobre contenidos audiovisuales; Seguimos Educando, para complementar los procesos de aprendizaje; y Crear, para fomentar contenido lúdico educativo sobre videojuegos.

[3] El Observatorio de Medios, Ciudadanía y Democracia de la UNICEN fue creado en 2018 “como un espacio de investigación sobre el discurso de los medios de comunicación masiva de la ciudad de Olavarría, la región y el país” (Observatorio de Medios, s/f).

[4] Nos referimos a la Red Argentina de Periodismo Científico (RADPC, https://radpc.org/), miembro de la World Federation of Science Journalists (WFSJ, https://wfsj.org/); y a la red Es Periodismo Científico (EsPeCie).