Mediar y traducir
Políticas públicas de gestión de los residuos reciclables y producciones normativo-estéticas de las territorialidades en la Ciudad de Buenos Aires

Juan Pablo Tagliafico
FSOC-UBA. Miembro RIAR, Argentina
ORCID: 0000-0001-9466-1210 | jtagliafico@sociales.ubar.ar

Palabras clave: 

residuos | mediaciones | territorio | espacio urbano | políticas públicas

Recibido: 9 de julio de 2024. Aceptado: 8 de octubre de 2024.


Resumen

Este trabajo se propone describir y analizar el papel que desempeñan una serie de mediaciones en el marco de una política pública de cogestión de los residuos sólidos urbanos reciclables (o secos) que llevan adelante cooperativas de cartoneros y el Estado local en la Ciudad de Buenos Aires. Para ello, nos centramos en la figura de los Responsables de Grupo, trabajadores estatales que cumplen un lugar central en la implementación de las políticas públicas de gestión de residuos. Desde una perspectiva cualitativa, la investigación apela a un trabajo etnográfico para dar cuenta de las operaciones de mediación y traducción que se llevan adelante en la implementación de esta política pública. Así, se logra realizar un análisis sobre la producción de una determinada forma de territorialidad urbana y la codificación de criterios normativo-estéticos específicos.

Abstract

This paper aims to describe and analyze the role played by a series of mediations in the framework of a public policy of co-management of recyclable (or dry) urban solid waste carried out by cartoneros' cooperatives and the local government in Buenos Aires City. For this purpose, we focus on the figure of the Group Managers, state workers who play a central role in implementing public waste management policies. From a qualitative perspective, the research resorts to ethnographic work to account for the mediation and translation operations that are carried out in the implementation of this public policy. Thus, an analysis of the production of a certain form of urban territoriality and the codification of specific normative aesthetic criteria is achieved.

Keywords: waste | territory | mediations | urban space | public policies | territoriality


La crisis social, política y económica que significó la denominada crisis de 2001-2002 en la Argentina produjo una serie de importantes transformaciones. En particular, la emergencia del fenómeno cartonero en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires1 y, de forma más amplia, en el Área Metropolitana de Buenos Aires, trajo modificaciones en el modo de concebir la práctica y los propios residuos (Dimarco, 2010). Diversos trabajos han puesto la mirada en la forma en el que el fenómeno desencadenó una serie de transformaciones en las políticas públicas orientadas a la gestión de los residuos, entre las que se cuenta la sanción de leyes como las N° 992/02 y N° 1854/05 (Gurrieri Castillo, 2018; Schamber, 2008; Schamber y Suárez, 2012). Este proceso de transformación derivó en la implementación de un Servicio Público de Higiene Urbana o Sistema de Recolección Diferenciada (SRD), que a lo largo de los años –y con diferentes grados de colaboración y conflicto– puso en marcha una cogestión de los residuos sólidos urbanos (RSU) secos de la Ciudad de Buenos Aires (Gurrieri Castillo, 2020; Gutiérrez, 2020; Schamber y Suárez, 2021; Schamber y Tagliafico, 2021).

Al describir y analizar el SRD a partir de sus normativas o incluso a partir de sus diferentes mecanismos de implementación de un dispositivo de recolección y tratamiento de residuos, la literatura previa sobre el tema podría abonar a la construcción de la imagen de un sistema que funciona bajo cierto poder de la inercia.2 Con sus prácticas, técnicas y mecanismos, la maquinaria de recolección ordena las relaciones entre el Estado local y las cooperativas y reparte las fuerzas de cartoneros y trabajadores estatales para cumplir un servicio de mantenimiento del espacio urbano. Sin embargo, esa descripción no permite observar los niveles de heterogeneidad que presenta el SRD en su funcionamiento. En este artículo nos proponemos observar una serie de mediaciones (Latour, 2008) que, a diferencia de esta imagen inercial o automatizada, aportan incertidumbre al sistema. Aunque podríamos seleccionar otros elementos ambivalentes para dar cuenta de este tipo de dinámica, nos concentraremos en la figura de los Responsables de Grupo (RG), trabajadores estatales que cumplen un lugar central en la implementación de las políticas públicas de gestión de residuos.

Para esto nos apoyamos en un trabajo etnográfico realizado en los períodos 2018-2019 y 2022-2023 en tres cooperativas de cartoneros que participan del SRD de la Ciudad de Buenos Aires. Durante ese período, se acompañó en sus jornadas de trabajo a RG y a Recuperadores Ambientales (RA).3 Se combinaron diferentes técnicas etnográficas: observación participante, observación libre, entrevistas itinerantes programadas, espontáneas, superficiales y en profundidad, abiertas y semiestructuradas (Guber, 2001, 2018, Kornblit, 2007; Valles, 2000) con cartoneros, miembros de las cooperativas y trabajadores del Estado local. Al enfocarnos en las relaciones de poder que constituyen el espacio, retomando a Haesbaert (2013), hablaremos de territorio. Apuntando a comprenderlo desde una perspectiva relacional, definimos al territorio urbano a partir de las relaciones sociales en las que se inscribe y la red de prácticas y tecnologías de poder que lo componen (Haesbaert, 2011). En ese sentido, un movimiento de territorialización conlleva la producción de mediaciones espaciales que proporcionan capacidad de control sobre los flujos que atraviesan el territorio.

Tras presentar la figura de los RG, en una primera parte de este trabajo, nos centramos en el papel activo que juegan estos agentes en las dinámicas de producción de una determinada territorialidad. En los cuadros de texto, reconstruimos notas de campo de diferentes momentos en los que se acompañó a recuperadores y a RG durante sus jornadas de trabajo. Por un lado, se pone el foco en diferentes formas en las que los RG funcionan como mediadores hacia “afuera del SRD”, con vecinos y comerciantes como participantes significativos del territorio urbano donde tienen lugar las prácticas de recuperación de residuos. Luego, se observa el modo en que estos RG participan “al interior del SRD” como agentes importantes en la traducción de normas, códigos estéticos y lineamientos de trabajo entre el Estado local y las cooperativas. Nos detenemos a analizar diferentes mecanismos de traducción que realizan estos RG, los efectos que producen en las dinámicas territoriales y sus posibles devenires. A su vez, nos preguntamos por los modos en que estos trabajos de traducción construyen una normatividad que permite distinguir entre “buenas” y “malas” formas de trabajo cartonero y configurar una esteticidad sobre el espacio urbano.

Los Responsables de Grupo (RG)

Como dijimos, en este artículo nos centraremos en la figura de los RG y en el papel que desempeñan en el funcionamiento del SRD. Al hacerlo, pretendemos dar cuenta de la importante función de mediación y traducción que desempeñan una heterogeneidad de agentes en la implementación de una política pública urbana como lo es la gestión de los RSU secos.

A partir de la implementación del SRD, la participación de RG en diferentes cooperativas y espacios urbanos de la Ciudad ha ido en aumento. Desde 2014, cuando se contaba con 31 RG, se incorporaron trabajadores y el número creció progresivamente. Si tomamos el período 2014-2021, el crecimiento fue de un 161%, alcanzando los 67 RG en 2018 y los 81 RG en 2021, tal como puede verse en el Gráfico I.

Fuente: elaboración propia a partir de datos de Dirección General Operación de Reciclado (DGOR) - Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (GCBA).

La distribución de estos RG en el territorio urbano es muy dispar. En 2021, como nos muestra el Gráfico II, mientras que algunas comunas de la Ciudad4 contaban con diez o más RG asignados (como las comunas 1, 2, 12, 13 y 14), otras no tenían ningún RG en su territorio (comunas 4, 7, 8, 9 y 10).

Fuente: elaboración propia a partir de datos de DGOR-GCBA.

Una primera explicación a esta desigual distribución se debe que los RG no son asignados de acuerdo a criterios específicamente territoriales (como podría serlo, por ejemplo, la cantidad y tipo de generadores existentes en las comunas), sino en función de las demandas y necesidades planteadas por las cooperativas y las características del trabajo que ellas realizan. Sin embargo, como se verá aquí, las especificidades de la función propia de los RG como agentes estatales, junto con las características personales y los modos de organización de las cooperativas moldean la forma de trabajo, ligándola a un proceso de composición de una territorialidad específica. Es decir, a pesar de que los RG no son designados teniendo en cuenta las características demográficas de los territorios donde desarrollan su trabajo, por razones que a continuación se señalan, se terminan adaptando a las particularidades de estos. Su trabajo está muy ligado a las dinámicas que los territorios urbanos adquieren.

Mediaciones externas: el flujo de materiales y el trabajo de recolección

En las siguientes notas de campo apuntamos a dar cuenta de la experiencia acompañando a un RG y un RA de una cooperativa de Caballito, durante sus jornadas de trabajo en 2022. Apuntamos a dar cuenta del modo en que ambos actores, RG y RA, trabajan colaborativamente para captar materiales y clientes en la zona de recolección.

Durante varias semanas acompañé a Nico, un RG de la cooperativa en sus jornadas de trabajo. Esa mañana lo veo llegar al Centro Verde (CV)5 Yerbal en su bicicleta. Me pidió que llegue temprano para acompañar en su recorrido a Maxi, un RA y, así, peinar su ruta. Primero pasamos por la oficina. Nati, otra RG, está barriendo. Luego, pasará el trapo en su escritorio. Nico junto con otra RG toman asistencia de los RA que van pasando a saludar y dar el presente. Algunos piden también los remitos6 que encargaron el día anterior por WhatsApp. Los RG en el CV Yerbal se los entregan listos con la información necesaria ya completa.

A las 9:30 hs salimos con Nico a hacer el recorrido junto a Maxi, un RA que empezó a trabajar como cartonero hace 8 meses, pero que hace tres comenzó a hacerlo como pleno integrante de la cooperativa, reconocido por el Estado local, precisamente porque se liberó un cupo y él estaba anotado en la lista de espera. Antes de eso, recolectaba en una zona acordada con la cooperativa y comercializaba el material a través del mecanismo de comercialización colectiva,7 aunque no percibía un salario o incentivo. Es decir, solo obtenía lo que lograba juntar y vender. Maxi comenzó a trabajar en la cooperativa porque su compañera pertenece a la misma. Actualmente comparten la zona de trabajo: la calle Guayaquil desde Av. Del Barco Centenera hasta Av. La Plata. Son 8 cuadras: cuatro para cada uno, aunque suelen repartirse los clientes más que las cuadras.

Al comenzar el recorrido, Maxi retira el material de algunos clientes que ya son fijos. Nico lo acompaña y va frente por frente preguntando si Maxi ya retira de ahí regularmente, anota como un cliente las respuestas positivas. Si aún no, ingresa al comercio o toca timbre al domicilio. En caso de que sea un edificio, intenta ubicar al encargado para arreglar un día específico para el retiro del material. Ante comerciantes, encargados o vecinos, Nico repite el mismo speech: “Soy del Gobierno de la Ciudad. Trabajo en la Dirección de Reciclado. Maxi es recuperador de la cooperativa Recuperadores Urbanos del Oeste que trabaja aquí en el barrio y tiene un predio sobre la calle Yerbal. Estamos pasando por los domicilios para saber si separan los residuos y el material reciclable”. Con Maxi, nos quedamos a un lado. “Mirá cómo se los chamuya”, me dice Maxi sobre el speech de Nico. En ocasiones, el RG lo llama para presentarlo a los interlocutores. En el recorrido con Maxi, pasamos por un quiosco, una verdulería, una escuela y varios edificios. En algunos casos se acordó inmediatamente la entrega de los materiales en mano. En otros casos se negaron argumentando que “no contaban con materiales reciclables”. En otras ocasiones, como una escuela, el acuerdo requiere más tiempo ya que es necesario acordar con las autoridades de la institución.

Peinar la ruta de un RG implica este acompañamiento en el recorrido del RA, caminando las cuadras en la que recolecta. Mientras hace eso, el RG anota los clientes que el RA ya tiene y, juntos, van frente por frente intentando incentivar a los vecinos para separar los residuos y entregar en mano el material reciclable, apuntando a conseguir mayor cantidad de clientes. En ocasiones también se realiza lo que se denominan altas: un servicio que brinda el Estado local para que los comercios, empresas, oficinas y edificios con encargados envíen a través de un correo electrónico, disponible en el sitio web del programa Ciudad Verde, el pedido para que le retiren los materiales reciclables. Una vez hecha esa solicitud, el Estado local le asigna al generador la cooperativa que le corresponde según su zona y le envía a esta el pedido de alta. En este caso, son los RG quienes se encargan de asignar un RA que trabaje en esa zona y acercarse con él a acordar la entrega del material. Es un modo más práctico y directo de realizar la conexión entre generadores y cooperativas y, así, establecer la prestación del servicio de retiro de la fracción secos de los residuos domiciliarios.

El diferencial que aportan los RG en esta situación es presentarse ante los vecinos como “trabajadores del Gobierno de la Ciudad”, parte del Estado local. Esta carta de presentación permite identificarse en un lugar que supone cierto nivel de ejercicio de control y autoridad respecto a la normativa vigente, que establece las pautas para la clasificación domiciliaria. A esto se le suman una serie de habilidades retóricas con las que Nico cuenta y Maxi carece, o al menos no considera estar habilitado: Nico “se los chamuya”, decía Maxi. La carta de presentación y el speech retórico resultan una combinación que permite que los RG tengan mayor capacidad de convencimiento para llegar a esos arreglos: qué día de la semana, en qué franja horaria hacer el retiro, así como también una estimación de la cantidad de material que se suele retirar (información que luego irá al remito que entregará al RA). Luego, le envía al RA esta información a su celular para que quede asentado, pueda disponer de ella y organizar su jornada de trabajo.

Como peinar la ruta requiere pasar por todos los frentes de la cuadra, puerta a puerta, la jornada transcurre con bastante intensidad. Fueron alrededor de tres horas recorriendo domicilios. De hecho, al regreso desde avenida La Plata, con los bolsones cargados de materiales, Maxi ya no quería que Nico siga deteniéndose en cada frente: “Ya está, Nico, volvamos”, le dice caminando más rápido.

Finalmente, llegamos con Maxi a su parada, conocida como “la de los Martínez”. La compañera de Maxi es una de las hijas de Martínez. Su madre le pide a Nico que pase un día de estos por su zona, ya que necesita que le pida el material a unos comercios que ya no están entregándole. Nico se compromete a hacerlo en unos días. Esto suele pasar con los RG que adoptan esta modalidad, ya que para los RA resulta muy valioso ese acompañamiento como una herramienta más en su repertorio para alcanzar la entrega en mano del material. Así, el RG trabaja la calle en conjunto con el RA, quien le indica los lugares donde necesita de su mediación para establecer, consolidar o transformar el vínculo con clientes.

En otra ocasión, me crucé con Maxi y me cuenta que sumó varios clientes más: “ya no tengo que andar estallando los contenedores”. Se concentra menos en buscar allí el material, ya que cuenta con el ingreso regular de materiales que proviene de sus clientes: “¡ya no trabajo!”, bromea.

Acompaño a Héctor, un RA, en su recorrido por el barrio de Caballito. Ya lo he acompañado durante algunos meses y en esta ocasión, luego de algunas semanas le pregunto cómo viene siendo el trato con los vecinos de su zona. Me responde: “Muy bien, me conocen todos acá”. Me cuenta que él ve muchos gestos de solidaridad de parte de los vecinos y que eso lo nota en la entrega del material. Le pregunto si tiene más clientes y me dice que sigue teniendo unos cuantos, aunque en el último tiempo “se me bajaron varios”, dice. La mayoría de ellos son comercios que cambiaron al encargado y los nuevos no sostuvieron el hábito de las entregas. Me explica lo difícil que se vuelve a veces, ante esa rotación de trabajadores (ya sean temporales, por despidos o renuncias), construir la confianza y la voluntad de separar en origen el material reciclable y entregarlo en mano. “Hay que empezar siempre de cero, ¿viste? –me dice– Volver a insistir para que te den el material en mano”. A veces, los remitos ayudan, en este sentido, a promover ese vínculo, dado que se trata de una constancia de que la práctica ya se realizaba previamente.

Otra cuestión que habla de esa relación entre RA y clientes es el modo en que se entrega el material, la calidad del material. Mientras que algunos clientes le entregan el material, “limpio y seco”, en otros casos Héctor encuentra muchas bolsas de materiales mezclados. Él me dice que cree que esto es responsabilidad de los encargados que no separan el material como corresponde a pesar de que “cobran un plus para eso”. Pero allí, agrega, se ponen en juego la antigüedad de la relación con los clientes –quienes entregan el material hace más tiempo parecieran adecuarse mejor a las formas de entregarlo limpio y seco–, como también a las características de los clientes –principalmente en grandes edificios, la relación es más indirecta e impersonal y las bolsas suelen traer mayor cantidad de materiales mezclados–.

En el recorrido con Héctor nos dirigimos a un edificio donde retira el material. Héctor toca el timbre y avisa al encargado que llegó. El encargado abre la puerta del garaje desde dentro del edificio y Héctor entra. El encargado no lo inspecciona. Solo abre y confía en que él no hará nada más que sacar el material que allí se encuentra esperándolo. Héctor lleva consigo una pequeña tablita de madera con la que tapa el sensor del ingreso al garaje para evitar que se cierre mientras procede a realizar la tarea. Me dice que esta situación despertó algo de alerta en los vecinos, que organizaron una reunión para discutir si debían dejarlo ingresar al edificio o no. “Unas señoras cogotudas me preguntaban qué era exactamente lo que hacía”. “Ellas no estaban informadas, no sabían nada del reciclaje, de la cooperativa, de nada”, me dice. “Yo ahí chapeo con la cooperativa, con la campera… y les dije que si necesitaban saber más les decía a mis compañeras las Promotoras (Ambientales) que vengan”. Esta situación, creo, condensa una importante trama de cuestiones centrales para pensar la relación entre los recuperadores y los vecinos. Aquí, como intentaré mostrar más adelante, se entrecruzan la circulación y actualización de estigmas con el modo de presentarse a sí mismos que tienen los recuperadores.

Durante varias mañanas de agosto realicé recorridos con una RA de una cooperativa del barrio de Núñez. Al llegar al punto de encuentro en una de esas jornadas, le pregunto a la RG por Cecilia, una recuperadora que estuve acompañando antes en algunas ocasiones. La RG me dice que estaba muy dolorida, y que por eso se ausentó. Cecilia tiene artrosis, pero no hace ningún tratamiento específico más allá de tomar analgésicos de vez en cuando. Un coordinador de Responsables de Grupo me diría luego que muchas recuperadoras presentan dolores o problemas corporales, principalmente quienes trabajan hace mucho tiempo. Los RG, al conocer personalmente a todas las RA con las que trabajan, tienen bastante registro de este padecimiento. Según su propia percepción, no debe ser menor al 30% quienes declaran ese tipo de problemas entre los motivos de ausencias. A pesar de esto, no hemos encontrado datos ni líneas de acción específicas para este tipo de problemática en el marco de esta política pública.

Una de esas mañanas acompañaba a Elsa en sus recorridos por la calle Ciudad de la Paz. A diferencia de lo que sucede en la otra cooperativa de Caballito, aquí en Belgrano los RG no realizan ese trabajo minucioso de acompañamiento a RA. Elsa se gana sus clientes por su cuenta. Esa mañana estaba algo fastidiosa porque una escuela ya no le entregaba el material. Dejaron de hacerlo luego de que el encargado se jubiló. Ahora le dicen que la escuela no separa los residuos y que por ello no tienen materiales para entregarle. En la puerta de la escuela vemos una camioneta que dice Punto Verde. Elsa se pregunta si ahora le estarán entregando el material a ellos. Nos acercamos a preguntarles. Son tres hombres con unos uniformes y nos dicen que pertenecen al programa Escuelas Verdes. No reciben el material de la escuela, sino que solo vienen a dar una charla sobre cuestiones ambientales. Uno de ellos pertenece al Ministerio de Educación y otros dos pertenecen a una organización no gubernamental contratada específicamente para las charlas. Me comentan que conocen la cooperativa Las Madreselvas, que estuvieron allí hace poco pero que no realizan ninguna actividad en conjunto específica con las recuperadoras de esa cooperativa.

Al seguir camino por la calle Ciudad de la Paz, un encargado le entrega el material y me interroga sobre mi rol. Primero piensa que soy del Gobierno de la Ciudad y lo que quiere es contarme por qué, para él, otros encargados de la cuadra no le entregan el material a Elsa: “porque mis colegas son vagos –me dice– porque quieren sacar el material a la hora que se les dé la gana”. “No quieren comprometerse a sacar la basura a la mañana”, me dice luego. Me comenta que a ellos les pagan un plus por esa separación y que los encargados cobran el valor de ese plus de acuerdo a la cantidad de unidades que hay en el edificio, que en algunos casos son edificios de muchas unidades, pero que aun así se niegan. Según este encargado, los demás encargados de la cuadra optan por negar la entrega del material y así pueden sacar los residuos y el material reciclable (generalmente mezclados) una sola vez y en cualquier momento del día, dado que en el frente tienen contenedores. En esa cuadra, Elsa me señalará un edifico relativamente grande que parece ser de oficinas. “Sacan mucho papel, pero no lo entregan, porque lo sacan a la noche. Yo no pude hacer nada para que me entreguen”, me dice.

Los pasos por el trabajo de recolección en los barrios de Caballito y Belgrano permiten distinguir situaciones bien diferentes. El “yo no puedo hacer nada para que me entreguen” de Elsa –refiriendo al poco margen para intervenir ante la negativa de entregar el material reciclable– contrasta con el “mirá cómo se lo chamuya” con el que Maxi refiere al RG que media activamente para alcanzar la entrega en mano del material.

Efectivamente, peinar la ruta de un RA no es una práctica generalizada entre las cooperativas y las modalidades de trabajo de los RG. Existe como una forma específica de intervención de algunos trabajadores estatales en el territorio y se replica en algunas cooperativas que trabajan en distintos barrios de la ciudad, como en el Microcentro porteño (Tagliafico y Schamber, 2022). Según vimos, en tanto práctica constituye una mediación entre los RA y vecinos de la zona de trabajo, en tanto potenciales clientes. Así, consiste en una práctica de sensibilización de los actores del territorio con el objetivo de interpelarlos en tanto sujetos responsables de la separación en origen y de la entrega en mano del material. Ello se produce en dos sentidos: se participa en mejorar las prácticas ambientales de la ciudad y se colabora con el ingreso y las condiciones de trabajo de los recuperadores. Un reciclaje inclusivo a partir de la sensibilización ambiental y social.8

Así, la “promoción ambiental” en tanto práctica de interpelación y sensibilización de los vecinos resulta una estrategia importante en la captación de clientes. En el caso de los RG, además, realizan esta práctica con conocimiento del territorio y de los RA con los que trabajan. No se trata de una promoción en abstracto, sino que acompañan al RA que a partir de entonces será el encargo del retiro. Como mencionábamos para las RA de Las Madreselvas, los RG están informados sobre sus situaciones personales y sus dolores. Además, están equipados con “cartas de presentación”, discursos y “habilidades retóricas” –auténticos paquetes (Becker, 2009)– que los RA no poseen, aunque son estos últimos quienes hacen uso de los RG como estrategia en su repertorio de herramientas y acciones en su trabajar la calle.

Las “cartas de presentación” y las “habilidades retóricas” dicen mucho sobre algunas dinámicas territoriales exploradas en nuestro trabajo de campo. Como vimos en aquella situación con Héctor en el acceso al edificio, en el territorio se produce juego de confianzas y estigmas en circulación. Por un lado, el RA busca construir una imagen de sí mismo como referencia en el territorio. Es decir, alguien en quien los vecinos y actores del territorio confían, conocen, sienten cercano, saben qué hace y reconocen el valor ambiental de su trabajo. Por otro lado, también reconoce la existencia de otros actores, las “viejas cogotudas”, que desconfían y persisten en ligar la práctica de recuperación de residuos a prácticas delictivas. En este caso, el contraste con la situación de 2001-2002 funciona como un modo de resaltar las virtudes que la institucionalización tiene para presentarse de cara a los vecinos como “servidores públicos” con prácticas que mejoran el espacio público y el ambiente. Sin embargo, este contraste esconde también la forma en la que aun circulan y se actualizan determinados estigmas sobre los cartoneros. Que las cartas de presentación y las habilidades retóricas de los RG, en su mayoría de clases medias, tengan mayor efectividad en el convencimiento de los actores del territorio y en la captación de clientes nos permite visibilizar cómo perviven la desconfianza y el recelo a la interacción con los cartoneros.

Fajn (2002) decía que el ciruja9 debía cargar con el estigma que lo asociaba a la ilegalidad y que necesitaba revertir esta lógica con el objetivo de disminuir la segregación de la que podía ser objeto por parte de los vecinos. La repetición rutinaria de los recorridos funcionaba como una práctica que construía relaciones de confianza con los actores del territorio y, así, iba a contrapelo del proceso de estigmatización (Fajn, 2002: 177). En la actualidad, los RA deben lidiar con estos estigmas que, aunque de menor intensidad, circulan en las dinámicas territoriales. Las estrategias de promoción ambiental y las conexiones que construyen los RG representan actualmente una forma de afrontas esta situación. En su trabajo junto a las Promotoras Ambientales,10 Verónica Puricelli (2017) da cuenta de cómo ellas perciben la marca histórica de la otredad que, desde el imaginario de una ciudad de élites, se presenta como un estigma a ser reparado. Para ello, desarrollan un conjunto de técnicas que habiliten vínculos cordiales con los vecinos: “Hablar bien, tener paciencia y no interrumpir cuando los vecinos hablan” son las técnicas con las que apuntar a que los vecinos y las vecinas las quieran y que se produzca una identificación con su trabajo (Puricelli, 2017: 205). Así, la forma de trabajar la calle de los RG al peinar la ruta, actúa como una práctica de conexión. Conecta a los RA con los potenciales clientes. Es una forma también de modificar la dinámica territorial: se busca desarmar estigmatizaciones, se incentiva a examinar y clasificar los residuos, a redistribuirlos y modificar las formas de disponerlos en el espacio público.

Ahora bien, las formas en que se producen (o no) esas conexiones resultan sumamente inciertas. No conforma un mecanismo generalizado, sino más bien una serie de procedimientos que varían de acuerdo a una heterogeneidad de situaciones: las modalidades de trabajo adoptadas por las cooperativas en cada zona, el “uso” que hacen estas cooperativas de los RG, las características propias de estos RG, las relaciones y afectos que se construyen entre los RG y los RA, las características propias de los territorios, entre otras. Esto hace, entonces, que hablemos de los RG como mediadores, en tanto, aquellos que transportan una serie de mensajes y elementos y que, al hacerlo, los modifican en el camino. Este proceso de traducción de los códigos del recuperador a los códigos de los vecinos, por centrarnos en nuestro caso, es un proceso cargado de incertidumbre. Por ello decimos que los RG conforman mediaciones externas en el marco del SRD. Al mediar entre los recuperados y los clientes, trazan conexiones, consolidan enlaces, posibilitan el ingreso y flujo de mayor cantidad de materiales reciclables en las redes del sistema.

Mediaciones internas: normatividad, esteticidad y lineamientos en el trabajo de recolección

Recién abordamos el modo en que los RG participan como mediadores en los lazos externos al SRD, posibilitando conexiones con potenciales clientes y con actores que intervienen en las dinámicas territoriales. Nos enfocamos ahora en los modos en que estos trabajos de mediación funcionan al interior del SRD. Como veremos, existen importantes traducciones entre Estado local, cooperativas y recuperadores en el territorio, que habilitan la institución de una determinada normatividad y una producción estética sobre el espacio urbano.

Como vimos, las prácticas de los RG no son idénticas entre sí. No siempre realizan las mismas tareas y, cuando lo hacen, varían ampliamente sus formas. En algunos casos, se sitúan en un punto de la zona de trabajo de los recuperadores o en el CV y pasan allí gran parte de su jornada. En otros casos, realizan un determinado recorrido, visitando las distintas paradas o bases de trabajo de los recuperadores. En ocasiones, como entre los RG en el CV Yerbal, se produce una división del trabajo de acuerdo a las necesidades planteadas por la cooperativa: uno de ellos toma la tarea de recorrer las zonas, mientras que otra se ocupa más específicamente de cuestiones administrativas.

En líneas generales, una de las tareas principales de los RG es la de tomar el presente, es decir, dejar constancia en una planilla oficial de los recuperadores que asistieron ese día a la jornada de trabajo. De ello se desprende el presentismo y el cobro de la totalidad del incentivo o salario de calle. La forma de dar el presentismo es variada. Simplemente es un anuncio que hace alguien, estar y ser visto en un punto de encuentro al comenzar la jornada. En otros casos se requiere firmar una planilla y en otras ocasiones el RG confía en que ese recuperador asiste todos los días. Esa variedad de casos se modifica según situaciones, conflictos y tensiones que a veces trasciende la relación del RG con los RA e involucra las relaciones intra e intergrupos, con la cooperativa y las instancias estatales comprometidas. La información sobre el recuperador con la que cuenta el RG así como la confianza construida entre ellos constituyen elementos fundamentales para esto, moldeando muchas veces las distintas formas de certificar el presente.

Además, los RG tienen a cargo controlar que se cumpla con un sistema de sanciones y descuentos. Los recuperadores no pueden tomar alcohol en horario de trabajo, deben vestir el uniforme –con el logo de la cooperativa y del GCABA– y no pueden asistir con niños. Incumplir esta normativa puede provocar que se le realice un descuento del día de trabajo. Es el RG el responsable de dar curso a esta sanción, anotándolo en su planilla e informándolo con su coordinador. Algunas planillas incorporan incluso estas sanciones preestablecidas: si es el primer aviso (un día de descuento), segundo aviso (una semana de descuento) o tercer aviso (un mes de descuento). Luego de ello, se considera la posibilidad de expulsar al recuperador del SRD. Este sistema de sanciones y descuentos, diseñado entre la coordinación de los RG y la Dirección General de Reciclado, en tanto ejercicio del poder disciplinario sobre los recuperadores constituye un mecanismo de control y modulación de sus prácticas sobre el territorio urbano.

Ahora bien, brindarle normatividad a este tipo de prácticas, establecer un sistema de sanciones y descuentos, tiene un punto que quisiéramos destacar en nuestro análisis. Como nos recuerda (Tonkonoff, 2022), si las disciplinas son caracterizadas como microfísicas es por su poder infinitesimal sobre el cuerpo activo (Foucault, 2013). En las situaciones analizadas, este poder sobre los cuerpos apunta a normativizarlos; se establecen criterios en función de los cuales algunos recuperadores “trabajan bien” y “dan bola”, otros “son un desastre”, un “bardo”, “un quilombo”. Al cumplimiento de las normas básicas se le agregan criterios higiénicos y estéticos vinculados al orden en el lugar de trabajo, el rompimiento de bolsas, el espacio utilizado en las tareas de clasificación en sus bases de trabajo, la forma en la que dejan la parada al finalizar la jornada. Esta esteticidad del territorio urbano se pone en juego también cuando funcionarios de gobierno dicen que “queda feo” observar los bolsones sobre las veredas. Así, que un recuperador “trabaje bien” o “trabaje mal” resulta el efecto de una grilla de valores que refuerza este criterio normativo-estético por sobre otros.

En este sentido, el SRD constituye una política pública que, además de gestionar los RSU secos de la ciudad, expresa un determinado régimen de valores y nos permite comprender una serie de operaciones de valorización de los cuerpos sobre el territorio urbano. En su implementación, el SRD apunta a una forma de distribución normativo-estética de los cuerpos –de los recuperadores, de los residuos, de los bolsones, etc.– y la aplicación de esta normativa con sus criterios éticos –buenos y malos recuperadores– es una parte esencial de ello. Ahora bien, este régimen de valores funciona, paralelamente, más allá del SRD. Como vimos, la búsqueda por participar del ordenamiento del territorio y adecuarlo a una determinada esteticidad se produce también como efecto de la puesta en marcha de estigmatizaciones vecinales: ante quejas vecinales al Estado local o a la propia cooperativa se disparan una serie de medidas que apuntan a “levantar” una parada de trabajo, desplazarla hacia otro sector del territorio que resulte menos problemático. En ese sentido, si anteriormente trabajos como el de Fajn (2002), sostenían que los recuperadores lidiaban cotidianamente con diferentes manifestaciones de la violencia –estructural del desempleo, interpersonal y represiva– en su formato actual en el SRD podemos ver cómo las violencias interpersonales y las formas de represión perviven en modos laxos de apartamiento en el territorio urbano.

Sin embargo, como ya se habrá notado, este ejercicio disciplinario del poder no se ejerce de un modo automático o mecánico. Depende, para ello, del trabajo microscópico de los RG que peinan y limpian el territorio. Es mediante ellos que determinadas normas y criterios estéticos específicos pueden ponerse en práctica. Los RG están constantemente vinculando la normativa y las líneas de trabajo –que se construyen en las oficinas estatales o en los predios de las cooperativas– con las territorialidades urbanas y las prácticas de los recuperadores. Su trabajo es el de traducir o recodificar una serie de normativas para su aplicación situada. En algunos casos, se tornan más o menos exigentes con el control de la asistencia, con la limpieza y el orden al momento de trabajar. A veces, incluso, con un mismo recuperador se endurecen o flexibilizan las exigencias, contemplando sus situaciones particulares. En ocasiones, se tornan consejeros de los recuperadores ante circunstancias personales o conflictos vecinales: “lo importante es que ellos sepan que pueden contarte las cosas, que ellos hablen, que uno escuche y que después se acuerde”. En determinadas situaciones median entre los recuperadores y los clientes, entre los propios recuperadores o con cartoneros independientes. En todos los casos, lo hacen a través de los vínculos de confianza o afecto que han logrado construir, “un lazo de amistad” decía Chelo. Son estos los que brindar determinado margen de maniobra para la intervención de los RG en las prácticas de los recuperadores. Son la confianza y el afecto que logran construir con los recuperadores lo que les permite ampliar el grado de recepción que los recuperadores pueden tener ante los requerimientos normativos. Recepción que, entonces, se realiza mediada o traducida por los códigos afectivos del RG.

Pero si el RG funciona como el mediador que traduce la normativa gubernamental en las prácticas de los recuperadores –de “arriba” hacia “abajo”–, también funciona como una mediación en sentido inverso. Son los RG los que muchas veces reciben las demandas de los recuperadores y las transportan a las oficinas del Ministerio, canalizándolas –de “abajo” hacia “arriba”– institucionalmente. Este trabajo también implica comprender los códigos propios de la territorialidad urbana en el proceso de recolección y su recodificación en los términos de una política pública que apunta a la gestión de los RSU secos. En uno o en otro sentido, la mediación que realizan los RG en estos casos resulta central para sostener la implementación cotidiana de una política pública que articula oficinas gubernamentales, plantas de clasificación, organización cooperativa y recuperadores recolectando material en calle, por solo mencionar a los principales actores. Por este trabajo de sostenimiento de lo colectivo, denominamos a estas líneas de trabajo como mediaciones internas al SRD.

Este trabajo no se realiza siguiendo paso a paso las directivas de una “superior” instancia gubernamental. Los RG no trasladan a los RA la aplicación de las normativas sin más. Al contrario, los RG, en tanto mediadores, juegan un papel activo. Son traductores que conocen a los recuperadores y las dinámicas territoriales. Tienen competencia para comprender las situaciones y eso los convierte en agentes que están constantemente tomando decisiones sobre el modo de implementación de la política pública. Su propia forma de moverse en el territorio va modificando sus cartas de presentación propias: Chelo es, en cada ocasión, “Responsable de Grupo”, “trabajador de la Dirección de Reciclado”, “trabajador estatal”, “delegado sindical” o “militante”. Según la situación, hace uso de alguna de esas inscripciones y todas son igualmente válidas para ellos. Es que los RG ocupan un lugar activo y, a la vez, ambiguo. Su virtud es la capacidad de moverse entre trabajadores estatales, entre recuperadores, entre cooperativistas o entre vecinos. Su lugar es el de agentes híbridos del SRD. Como otros trabajadores del Estado local o como algunos trabajadores de cooperativas, los RG transitan en un territorio donde se difuminan los límites entre Estado y cooperativa. Como ya lo señalan Carenzo y Fernández Álvarez (2011), desde las literaturas especializadas en “economía social” o en “ambientalismo” existen esfuerzos por separar Estado y sociedad civil (p. 174). Pero lejos de una cristalización de sujetos predefinidos donde podríamos preestablecer intereses y medir la autonomía de las cooperativas –y la sociedad civil– en relación con el Estado, los RG nos marcan el lugar donde se difuminan esos límites. En el funcionamiento del SRD se componen instituciones estatales y cooperativas en un juego de codificaciones y recodificaciones.

Esto nos permite entonces también tomar distancia de lo que, retomando los trabajos de Ferguson y Gupta (2002) traídos a la discusión por Carenzo y Fernández Álvarez (2011), podemos denominar una topografía vertical del poder. Los RG no transportan “de arriba hacia abajo” ni “de abajo hacia arriba”, sino que forman parte de un ejercicio del poder y una configuración de redes que se produce en un mismo plano (Latour, 2008). Son codificaciones que se producen de un territorio a otro, pero que comparten el mismo plano de existencias. Esto no debería llevarnos a desconocer al Estado como instancia privilegiada de ejercicio del poder, pero sí a comprender un poco mejor la modalidad de ese ejercicio, su funcionamiento ecléctico en un plano donde se producen diferentes territorialidades, lógicas de movimientos y subjetividades. Es a través del complejo proceso de territorialización de estos lineamientos que se ejerce un control sobre el territorio urbano.

Esto, repetimos, nos permite desarmar una mirada dicotómica donde “cooperativa” (sociedad civil) y “Estado” se definirían “como entidades con límites precisos cuyas lógicas son esencialmente distintas y se definen en oposición” (Carenzo y Fernández Álvarez, 2011: 182). A la vez, nos permite comprender que el desarrollo de una política pública de este tipo –desde su diseño hasta su implementación– se encuentra atravesado por una serie de interrelaciones, de “actores” que se hacen y rehacen a cada instante, que se modifican unos a otros y que se encuentran en constante tensión. Son estos mediadores los que se permiten “mezclar todo”, producir híbridos estatales-cooperativos, combinar lógicas institucionales y territoriales. Son ellos quienes hacen difícil segmentar entre Estado/sociedad civil o Gobierno/cooperativa, pero también son quienes hacen posible esos ensamblajes, componiendo al SRD como toda una política pública híbrida.

Mediar y traducir en la territorialidad urbana del SRD

Una interpretación rápida del trabajo de los RG podría sintetizarlo como responsable de la tarea de tomar el presente a los recuperadores y controlar que cumplan la normativa según el sistema de sanciones y descuentos. Esta lectura llevaría a pensar a los RG como unos intermediarios: aquellos que transportan una fuerza o un determinado significado de un lado a otro –del territorio urbano a las oficinas gubernamentales– sin transformación alguna. Como vimos al resaltar el papel activo de los RG, estos trabajadores hacen mucho más que eso. Son, en los términos de Latour (2008), auténticos mediadores, “transforman, traducen, distorsionan y modifican el significado o los elementos que se supone que deben transportar” (p. 63). En esta red de líneas y enlaces que constituye el SRD, los RG conforman una parte importante de esa concatenación de mediaciones, donde “cada punto actúa plenamente” (Latour, 2008: 91), con margen de agencia y según las confianzas y afectos que se logren construir. Es decir, según las dinámicas territoriales que se construyan en cada caso, donde intervienen grupos, líneas de gobierno, disposiciones de la cooperativa y las propias características de los RG.

Como vimos, esa mediación no se construye en una línea “de arriba hacia abajo” o “de abajo hacia arriba”, sino en un mismo plano y en ambos sentidos, adaptando el control de las normativas y la aplicación de las sanciones y los descuentos, reformulando las demandas que emergen en el territorio de la ciudad. En una y otra dirección, el RG transporta mensajes que portan su tonalidad y sus reformulaciones en un ejercicio de traducción. Así, posibilitan que cohabiten en una misma política pública, las exigencias gubernamentales y las demandas de los recuperadores, dos dinámicas territoriales y códigos muy distintos trabajando en un mismo plano. Ya sea colaborando en los procesos de recolección o controlando las prácticas según criterios normativo-estéticos, los RG funcionan mucho más como mediadores que como intermediarios.

Con sus prácticas de mediación, como vimos, los RG participan de un juego de internalidades y exterioridades del sistema, habilitando el ingreso de flujos de materiales reciclables y, a la vez, posibilitando la sostenibilidad de los colectivos. Componen confianza con actores externos al sistema como los clientes, mediando entre estos y los RA, inscribiendo nuevos clientes o consolidando prácticas de separación en origen y ensamblándolas al SRD. Permiten también la recodificación de normativas desde las instancias gubernamentales a los territorios de trabajo en calle, así como la expresión de demandas de los recuperadores en diferentes instancias de gobierno, consolidando los lazos internos de organización y colaboración del SRD.

Ahora bien, como dimos cuenta, los RG cumplen su función con considerables grados de incertidumbre y flexibilidad. Esta característica, que distingue a estas mediaciones de un mecanismo con mayor inercia, nos permite detenernos un momento en el proceso de implementación de esta política pública como un ejercicio de gobierno sobre el territorio urbano. Según vimos en este artículo, no podemos pensar el mismo como un ejercicio de control donde “el Gobierno” manipula “desde arriba”, a través de la intermediación de los RG, las tareas que “la cooperativa” y “los recuperadores” llevan adelante “abajo”, en las calles. Todo territorio es, para nosotros, “una intersección de cuerpos en movimientos” (Mbembé, 2018: 169), una conjunción de posibilidades en constante disputa por el control de sus flujos y el trazado de sus fronteras, ya sean estas éticas, estéticas y políticas. El control sobre el territorio se produce a partir de la producción, la supresión, el desplazamiento, la fragmentación, la dispersión o la multiplicación de estas fronteras (Mezzadra y Neilson, 2016; Mbembé, 2018). La composición de su territorialidad, de su lógica o dinámica, entonces, se define por los códigos que en ella circulan. En el caso de las territorialidades de recolección de residuos, su configuración se produce a partir del entramado de relaciones con clientes, contenedores y otras fuentes de materiales. La modalidad de ejercicio del poder y del control sobre ese territorio es inescindible de los códigos que se pliegan sobre él y la forma en que se disponen los cuerpos. Por ello, no es posible trasladar automáticamente los códigos normativos o estéticos de las agencias gubernamentales al control microscópico de los territorios urbanos. El dispositivo de recolección conlleva, para esto, una serie mediaciones que apuntan al ejercicio del control sobre el proceso de recolección de residuos en el territorio urbano. Pero también, los recuperadores, como vimos, hacen uso de estas mediaciones que integran el sistema. Se encuentran, así, constantemente disputando el modo de implementación del dispositivo, apuntando a redireccionarlo en función de sus formas de controlar los territorios, de sus modos de constituirse en una referencia allí, en definitiva, en función de sus códigos. En ese sentido, en la implementación de la recolección se delinea lo que, retomando a Carenzo y Fernández Álvarez (2011), podemos denominar como un contradispositivo, en tanto conjunto de prácticas que, aun sin poner en cuestión el dispositivo, disputan la forma de implementarlo (p. 188). Las mediaciones, en tanto elementos con una mayor determinación que los mecanismos usualmente descriptos en los procesos de recolección, resultan fundamentales en esta disputa por el direccionamiento del dispositivo de recolección y de todo sistema de gestión de los RSU. Como vimos, como buenos híbridos, los RG se ubican en posiciones ambiguas, vacilantes y direccionan en uno u otro sentido las normativas, las sanciones, las demandas, etc. En todo momento, ellos están en el medio de esta disputa por el direccionamiento y la implementación del SRD.

La composición de la territorialidad urbana que se pone en juego en el dispositivo de recolección está en íntima relación con la cantidad e intensidad de vinculaciones, mecanismos y mediaciones que se establecen entre los recuperadores y otros actores y actantes que hacen al ensamblaje del SRD. Estos enlaces, más estabilizados como los mecanismos, más inciertos como las mediaciones aquí estudiadas, son las que direccionan los flujos de materiales y de deseos, de prácticas y de discursos.

En una política pública con la cantidad de agentes y conectores que componen las redes del SRD, analizar los mecanismos y sus engranajes, las mediaciones y sus traducciones, los enlaces, conexiones y desplazamientos, resulta clave para comprender el movimiento entre las oficinas gubernamentales, los centros de clasificación, los territorios urbanos de recolección. Se trata de “seguir el fluir de las cosas […] seguir a los actores mismos o más bien lo que los hace actuar, a saber, los entes circulantes” (Latour, 2008: 333). En ese sentido, como sostiene Latour (2008), “cuantos más enlaces mejor” (p. 332), es decir, mientras mayor cantidad de enlaces o asociaciones logren rastrearse, mayor cantidad de flujos logren mapearse, se lograrán mejores descripciones y análisis del sistema.

Consideramos que la descripción y el análisis aquí realizados tienen la virtud de poner en valor el trabajo de los RG. Una mirada que enfatiza su rol como intermediarios, como dijimos, no permite dar cuenta de su verdadero papel activo en tanto mediadores, grandes ensambladores. En este sentido, aun incluso sin ser reconocido, los RG ocupan un lugar central en una política pública urbana híbrida como lo es el SRD. Justamente el análisis de las mediaciones y la posición ambigua de los RG es lo que nos permite visibilizar con mayor precisión la hibridez de esta política donde se difuminan los límites entre Estado local, cooperativa, trabajadores estatales, militantes, entre otros. Por su posición, también, los RG y las mediaciones que cargan de incertidumbre al SRD son fundamentales para comprender las disputas en los territorios urbanos y el carácter que adquieran las diferentes territorialidades, es decir, las lógicas de subjetividad que primen en los distintos espacios de la ciudad. Son estas las que brindan un carácter diferente a cada composición de la territorialidad urbana.

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  1. Nos referimos a la jurisdicción que junto con 23 provincias ordenan la división territorial de la República Argentina. En este artículo nos referiremos a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires como “Ciudad de Buenos Aires” o simplemente como “la Ciudad”.↩︎

  2. Por inercia nos referimos a la forma en que, a través de la conformación de un paquete, se conectan cosas de modo que “se nos hace muy fácil decir que sí a todos los elementos que vienen juntos con esa opción, y enormemente difícil hacer cambio alguno” (Becker, 2009: 105). De modo análogo a la hegemonía, el paquete contiene una fuerza inercial que permite que las cosas continúen como son.↩︎

  3. La figura del Recuperador Ambiental (RA) reemplazó al antiguo Recuperador Urbano (RU) que la normativa de la Ciudad de Buenos Aires contemplaba para su participación en el servicio de recolección y gestión de RSU secos. A partir de la implementación de lo que de denominó como Programa de Promotores Ambientales (PPA), la figura del RA implicó una modificación de la forma de recolección en calle. Para profundizar esto, consultar Schamber y Tagliafico (2020).↩︎

  4. Desde el año 2005, a partir de la sanción de la Ley N° 1777, la Ciudad de Buenos Aires se organiza territorialmente en quince comunas, en tanto unidades descentralizadas de gestión política y administrativa. Si bien los territorios de recolección y de trabajo de las cooperativas no se vinculan directamente con estas, sí resulta un criterio por el que el Estado local realiza el ordenamiento de ciertos datos.↩︎

  5. Los Centros Verdes (de aquí en más, CV) son plantas o establecimientos para la clasificación, el acopio y la comercialización de materiales reciclables. En la Ciudad de Buenos Aires, de desarrollaron enmarcadas en las leyes N° 992 y 1854 y a partir de la relación entre el Estado local y las emergentes cooperativas cartoneras.↩︎

  6. Un remito es un documento que se entrega a modo de “comprobante” en una operación comercial. En este caso, los RA entregan uno a sus clientes a cambio de la recepción del material. Además, realizan una copia de la constancia para el Estado local y otra para la cooperativa.↩︎

  7. Un mecanismo a través del cual la cooperativa comercializa los materiales y luego le paga a cada cartonero el valor de lo recolectado en concepto de plus por productividad.↩︎

  8. Formas de sensibilización similares pueden encontrarse en las prácticas de las denominadas Promotoras Ambientales (Puricelli, 2017) y en antecedente como el de cooperativas que incorporaron la figura de Promotores Ambientales, incluyendo a sus hijos en el trabajo de información y asesoramiento sobre formas de clasificación de los residuos (Fajn, 2002).↩︎

  9. Nos referimos aquí al término “ciruja” respetando el término que utiliza el autor y que era utilizado más frecuentemente previo a la emergencia del fenómeno cartonero y la formalización de un servicio que integra a los “cartoneros” como “recuperadores”. Una importante reflexión sobre las transformaciones en las formas de nominar la práctica y las figuras emergentes puede encontrarse en el trabajo de tesis doctoral de Sabina Dimarco (2010).↩︎

  10. Desde 2014, impulsado por la Dirección General de Reciclado y un sector de la cooperativa El Amanecer de los Cartoneros, se implementa el Programa de Promotoras Ambientales que apunta a construir una política pública con perspectiva de género para las recuperadoras de residuos a través de la incorporación de las recuperadoras a tareas de capacitación a vecinos de la Ciudad sobre la separación domiciliaria de los residuos y la conexión con los recuperadores urbanos de su zona (Puricelli, 2017: 196).↩︎

  11. Conformada en 2007, la Dirección General de Reciclado, dependiente de la Subsecretaría de Higiene Urbana, fue quien estuvo a cargo de la cogestión de los RSU secos junto con las cooperativas, hasta su reestructuración en 2023.↩︎

  12. Nos referimos al entorno donde los bolsones son cargados con los cartones y el resto de los residuos reciclables recolectados.↩︎

  13. Antes de esta jornada —y desde la pandemia de SARS-CoV-2— los RA pasaban y saludaban a la distancia, mientras que los RG debían observarlos y anotar sus nombres en una hoja. Debido al gran número de trabajadores, en muchas ocasiones los RG anotaban los nombres agrupándolos por familia o grupo de trabajo como “familia Martínez” o “los de Pepe”.↩︎