Licenciado en Sociología por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos en Lima-Perú, y estudiante de Maestría de Ciencia, Tecnología y Sociedad por la Universidad Nacional de Quilmes
ORCID: https://orcid.org/0000-0002-0354-8157
| lromerogranados@uvq.edu.ar
Para el año 2013, el Centro Nacional Australiano para la Conciencia Pública de la Ciencia de la Universidad Nacional Australiana (ANU) incentivaría la colaboración internacional para conocer las experiencias en el avance de la comunicación pública de la ciencia y la tecnología en cada país. De esta manera, con la contribución de 108 autores, Comunicating Science, comprende 40 capítulos, dos de ellos dedicados a introducir en la organización de los artículos, sus antecedentes y avatares de desarrollo. De aquellos, 36 se centrarían en cada uno los países participantes, uno que cubre 3 países escandinavos y otro que concierne sobre África. Respecto a la distribución continental, cinco capítulos pertenecen a África, siete a las Américas, 11 de Asia y el resto de Europa, Australia y Asia.
La primera característica que se destaca en estos textos reunidos es su diversidad. Empezando por el lugar de procedencia de sus autores: 39 países. Más aún, sus variadas condiciones económicas, territoriales, políticas, religiosas, culturales y de elaboración académica, conceptual y práctica en el ámbito de la comunicación científica. La segunda característica importante vendría a ser su transversalidad, pues todos los artículos responden a 14 preguntas sobre fechas de establecimiento de instituciones y eventos, según 3 grupos de indicadores, a saber, a) áreas de práctica (primer centro científico interactivo, semana nacional de ciencia, primer festival de ciencia, asociación de escritores científicos, premios de comunicación científica y revistas de comunicación científica), b) subcampo de medios (programas de radio sobre ciencia y programas de televisión sobre ciencia), y c) ámbito académico (cursos en universidades, primeros programas de maestría y doctorado, conferencias nacionales, iniciativa o informe sobre comunicación científica y programas nacionales de comunicación científica). El valor de la transversalidad permite la integración de las historias y sobre todo el análisis comparativo. No obstante, a estos aspectos descriptivos serían completados con información cualitativa que ahondaría en los contextos sociohistóricos específicos. La tercera característica identificable sería el reconocimiento de un hito histórico común, el que define la comunicación científica moderna, con la Segunda Guerra Mundial, en donde la ciencia tiene un interés en el desarrollo armamentístico y en la hegemonía internacional. Antes de la guerra, los científicos tendrían limitada oportunidad para comunicarse libremente en público por razones de seguridad nacional, mientras que el periodo de posguerra daría paso a que la ciencia y la tecnología se consideren como los motores de desarrollo nacional de los países y, por ende, su difusión ampliamente legitimada.
Siendo una miríada de enfoques y singulares historias por países, la pluralidad de autores coincide en una serie de desafíos que enfrentó el desarrollo de la comunicación de la ciencia, tales como el miedo al cambio, el escepticismo, la superstición, la competencia por la financiación y recursos y diferentes dificultades culturales y/o religiosas. Por ejemplo, cinco capítulos corresponderían a naciones iberoamericanas: Argentina, Brasil, Colombia, México y España. Sus particulares tramas históricas y discursivas convergen en las dificultades más de índole política, económica y cultural, en sus condiciones de dependencia, conflictos internos, crisis económicas, marginalidad cultural, entre otros. Si bien no llegarían a ser frecuentes precursoras en el mundo de la ciencia y la tecnología, sí vienen mostrando un trabajo en reducir la brecha de acceso a la ciencia mediante las innovadoras maneras de comunicar la ciencia.
Comunicating Science representa el más grande y diverso esfuerzo de desarrollar e integrar las historias de la comunicación de la ciencia y la tecnología a nivel mundial. La cobertura no es total, pero no deja de ser ambiciosa y necesaria, cuando bien se requiere un amplio panorama. El antecedente más próximo vendrían a ser las actas de la Conferencia de Comunicación Pública de la Ciencia celebrado en Montreal (1994), en el que participaron 27 países. En aquella ocasión la influencia sería más occidental. Tendría que pasar cerca de 30 años para que este libro marque una continuidad en envergadura y alcance. En ese sentido, aún quedaría abierta la necesidad de ampliar el trabajo de documentación e investigación en otros países de la región y el mundo, de tal forma se lograría tener una imagen más completa de la comunicación científica moderna.