Interpelando la participación social de las personas mayores desde el conurbano

Interpelando la participación social de las personas mayores desde el conurbano

Un análisis de la relación con el territorio en tiempos de pandemia


Paula Pochintesta

Universidad Nacional de Lanús, CONICET, Departamento de Salud Comunitaria, ISCo, Centro del Adulto Mayor, Argentina
ORCID: https://orcid.org/0000-0002-1455-8852 | ppochintesta@gmail.com

Gladys Martínez

Universidad Nacional de Lanús, Departamento de Salud Comunitaria, Centro del Adulto Mayor, Argentina
ORCID: https://orcid.org/0000-0002-1495-5719 | mgla@hotmail.com

DOI

https://doi.org/10.5281/zenodo.5809473


PALABRAS CLAVE

personas mayores | derecho a la participación | territorialidad / virtualidad


 

Recibido: 18 de agosto de 2021. Aceptado: 26 de agosto de 2021.


RESUMEN

La participación se enarbola como uno de los principios del modelo del envejecimiento activo y de la Convención Interamericana que protege los derechos de las personas mayores, ratificada en Argentina en 2017. Este artículo analiza los modos que adquirió la participación social de las personas mayores en el Centro del Adulto Mayor UNLa y recupera experiencias nuevas de participación instituidas con la pandemia por COVID-19. El análisis articula dos ejes: cotidianeidad-territorialidad y construcción de significados sobre la virtualidad. El abordaje metodológico es mixto, recupera datos de una encuesta (noviembre 2020), entrevistas semidirigidas (2021) y producciones audiovisuales realizadas por personas mayores del Voluntariado Social (2020-2021). Los resultados muestran que la identidad territorial (construida previamente) determinó los modos de participación y, si bien las nuevas tecnologías han sido “el” recurso para sostener la participación en pandemia, su uso y acceso oficia también como barrera para muchas personas mayores.

ABSTRACT

Social participation is considered one of the main principles of the active aging model, and of the Inter-American Convention on the Protection of the Human Rights of Older Persons, ratified in Argentina in 2017. This article analyzes the forms of social participation of older adults in the Centro del Adulto Mayor UNLa (a day center for the elderly of the Universidad Nacional de Lanús) and recovers new experiences of participation introduced by the COVID-19 pandemic. The analysis organizes two axes: daily activities-territoriality, and the construction of meaning on the use of technologies for social participation. We have selected a mixed methodological approach for the study design. It uses data from a survey (november 2020), semi-structured interviews (2021), and audiovisual productions by senior citizens from Voluntariado Social (2020-21). The results show that territorial identity (previously constructed) have determined the forms of participation, and while new technologies have been the main resource to maintain social participation during the pandemic, its use and access is still a barrier to many older adults.

KEYWORDS
Older adults | Right to participation | Territoriality / virtuality

Introducción

Ya no había destinos individuales, sino una historia colectiva que era la peste y sentimientos compartidos por todo el mundo. El más importante era la separación y el exilio, con lo que eso significaba de miedo y de rebeldía.

Albert Camus (La Peste, 1947: 121)

 

De acuerdo a las proyecciones demográficas, en 2050 las personas de 60 y más años alcanzarán el 22% de la población mundial (Magnus, 2009). Deja de ser novedad que la expectativa de vida se extiende e incrementa en nuestro país; Argentina se encuentra entre los cuatro países más envejecidos de América Latina (Huenchuan, 2018). Hay dos procesos a destacar dentro de este contexto poblacional envejecido. Uno es el denominado proceso de envejecimiento dentro del envejecimiento, puesto que el grupo que más crece es el de los “viejos-viejos” y otro es la feminización de la vejez dada la mayor longevidad de las mujeres. Este contexto de envejecimiento poblacional va evidenciando cambios en el perfil epidemiológico. Las patologías crónico degenerativas, que constituyen las principales causas de mortalidad, conviven con las enfermedades infectocontagiosas, configurando una complejidad aumentada por la pandemia por COVID-19.

Los índices de letalidad relativos a la pandemia muestran que el exceso de mortalidad por COVID-19 se estima en un 5,33 %, según un estudio realizado entre enero y octubre de 2020 en la provincia de Buenos Aires (Pesci et al., 2021). En lo que atañe al impacto sobre los años de esperanza de vida perdidos,[1] el trabajo de González y Pou (2020) coincide con esta estimación del 5% de exceso de mortalidad. Este estudio evidencia que el ritmo dinámico de la pandemia, que llevó en un inicio a configurar a las personas mayores (PM) como ‘la’ población de riesgo, muestra una mayor vulnerabilidad en cuanto a la pérdida de años de esperanza de vida en los varones más jóvenes y el grupo de mujeres de entre 0 y 14 años. A su vez, también muestra que el grupo de las personas mayores no sería el más afectado por los efectos negativos de la pandemia. No obstante ello, las consideraciones de inicio de la pandemia y las medidas de confinamiento preventivo con objetivos sanitarios afectaron de modo singular a dicho colectivo, principalmente en lo que atañe a su participación.

Es en este contexto demográfico y epidemiológico en el que se inscribe este trabajo, que está situado en la zona sur del Gran Buenos Aires. La población mayor que reside en las zonas de influencias de la Universidad Nacional de Lanús aporta una mirada vernácula desde el conurbano y es por ello que este artículo busca echar luz sobre las percepciones y valoraciones que tienen las propias PM sobre su participación en espacios de la universidad en el contexto de emergencia sanitaria.

Para ello, se realiza una caracterización de la población mayor en el área de estudio (Partido de Lanús). Luego se desarrollan algunos ejes conceptuales acerca de la participación y su relación con el espacio-territorio. Seguidamente, se describen las estrategias metodológicas y los resultados para comprender y analizar de qué modo el confinamiento afectó las rutinas cotidianas y los modos de significar la participación de las PM en el actual contexto. Se han considerado datos y testimonios de PM que continuaron incluidas en los programas con modalidad virtual, como así también de otras que no utilizan plataformas ni aplicaciones tecnológicas para comunicarse.

De acuerdo a los datos del INDEC (2010), en el partido de Lanús las PM de 65 y más años alcanzan un 13,84%, de las cuales 38,41% son varones y 61,59% mujeres.[2] Los partidos aledaños presentan porcentajes superiores al 10% para este grupo etario (Avellaneda, 13,66%; Lomas de Zamora, 11,1% y Quilmes, 10,8%) (Observatorio del Conurbano Bonaerense, 2021).

Por otra parte, de cada cien personas consideradas “económicamente activas”, en el partido de Lanús encontramos 53 que entran en la categoría “pasiva” (Observatorio del Conurbano Bonaerense, 2021).[3] Pero si nos detenemos específicamente en la tasa de envejecimiento,[4] destacamos que ha sufrido un incremento desde la década de 1980 y en Lanús encontramos que 21 de cada cien personas son mayores de 65 años. Esta tendencia se inscribe, como hemos destacado, en un proceso de envejecimiento poblacional que seguirá en aumento y que interpela las dinámicas y políticas micro y macrosociales.

Por otra parte, en el conurbano, al igual que en el país, el nivel de cobertura previsional es elevado alcanzando el 88,4% de la población en esta región (Amadasi y Tinoboras, 2015). En cuanto a los niveles de pobreza, el grupo de los mayores de 65 años es el que presenta menores porcentajes alcanzando el 12,3% para el cuarto trimestre de 2020 (Observatorio del Conurbano Bonaerense, 2021). Con respecto a las brechas educativas,[5] del total de la población del partido de Lanús y Avellaneda, observamos que para 2010 los valores indican ausencia de brecha o un puntaje muy bajo (4 y 0 puntos), mientras que para el partido de Quilmes y Lomas de Zamora la misma brecha alcanza valores desfavorables de 8 y 18 puntos, respectivamente. En cuanto a los niveles educativos de la población mayor de 65 años residente en Lanús, el 81,02% alcanzó hasta secundario incompleto, mientras que el 18,98% posee estudios desde secundario completo y más. Los partidos lindantes poseen porcentajes similares que rondan el 75% de PM con estudios hasta secundario incompleto y alrededor del 20% con secundario completo y más.[6] Es dable considerar al respecto que conforme nuestra sociedad avanza en el tiempo, aumenta el nivel de instrucción en las cohortes de PM. Al respecto, la Encuesta sobre Calidad de Vida, realizada en 2012, muestra que el grupo de las personas de entre 60 y 74 años cuenta con un nivel educativo más elevado (13,9% con nivel superior completo) y menores brechas entre varones y mujeres que el grupo de 75 y más años (ENCaViAM-INDEC, 2012).

La conjunción de estas variables permite comprender las condiciones en que las PM participan y situar esta participación en el contexto, teniendo en cuenta la diversidad y las diferentes maneras de envejecer.

Desde el Centro del Adulto/a Mayor “Mario Strejilevich” de la Universidad Nacional de Lanús, desde hace más de 15 años gestionamos e instrumentamos programas de cooperación para la ampliación de escenarios que promuevan el envejecimiento activo y con derechos. Esta posibilidad de que las PM puedan habitar la universidad como sujetos/as de derecho ha ido configurando una red de interrelaciones dinamizada dentro del espacio geográfico, social, simbólico e histórico de esta institución. De este modo, el territorio-universidad, alterado con la presencia de este colectivo “no previsto”[7] se ha ido constituyendo en referencia de identidad y pertenencia de las PM, quienes al habitarlo tensionan y redefinen los sentidos del propio espacio universitario (Martínez, Lado y Herrera, 2020).

Situadas las coordenadas espaciales y temporales, el objetivo de este estudio es analizar los cambios en la modalidad y sentido de la participación de las PM que forman parte de las propuestas del Centro del Adulto Mayor UNLa durante la pandemia. Esto supone considerar el proceso de construcción de valores culturales y significaciones que permiten identificar a los grupos humanos en el marco de sus prácticas y contextos cotidianos de participación (Hernández, 2014).

Envejecimiento activo y participación de las personas mayores en la sociedad

En nuestro país, desde 2017, rige con fuerza de ley la Convención Interamericana sobre Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores. Este marco normativo, además de enunciarla como uno de los principios generales (art 3, inciso e),[8] en su artículo 8 promueve la participación e integración comunitaria de las PM. A su vez, se inscribe en el enfoque del envejecimiento activo que presenta a la participación como uno de sus pilares.[9] En 2012 un consorcio de expertos se propuso diseñar un índice de envejecimiento activo en el ámbito europeo (Active Ageing Index AAI, Zaidi, 2015).[10] Como resultado se definieron cuatro dominios y veintidós indicadores ponderados de la siguiente manera: Empleo remunerado (10%), Participación en la sociedad (35%), Vida independiente, saludable y segura (35%), Capacidad y entorno favorable al envejecimiento activo (20%). Esta proporción de cada dominio se basó en un estudio realizado por un grupo de expertos de diferentes disciplinas (Zaidi et al., 2013). Este índice presentó comparaciones transculturales que muestran que el mismo es pasible de incorporar interpretaciones culturales sensibles y situadas (Zaidi et al., 2018).

En este trabajo nos focalizamos en el componente participación social para pensarlo desde nuestras latitudes. Este dominio se define por la participación de las PM en actividades no remuneradas y se refiere al cuidado de otros miembros familiares, así como al voluntariado y la participación social y política. Como se refleja en la ponderación realizada (35%), la importancia de este tipo de actividades para las PM es clave para la promoción de un envejecimiento activo.

A partir de una revisión sistemática sobre la participación social de las PM en América Latina, Contreras y Ferrada (2020) elaboran una tipología basada en cuatro formas de participación identificadas en los estudios de base empírica. La primera se refiere a la participación de las PM en ámbitos familiares a cargo del cuidado de otros miembros de la familia. El segundo tipo de participación se define por la búsqueda de la “realización personal” y/o satisfacción de necesidades individuales que generan efectos positivos en la percepción subjetiva de la salud. En cuanto al tercer tipo, es definida por los autores como participación “provocada” y apunta a la promoción del cambio social, por ejemplo, a través de políticas públicas y de la toma de decisiones conjuntas entre PM, gestores y/o profesionales. La participación “voluntaria” constituye el cuarto tipo y está definida por la búsqueda activa que promueve la satisfacción de necesidades no cubiertas. Identifican espacios de voluntariado y formación tanto en universidades como en centros comunitarios. Respecto a la motivación que lleva a las PM a participar, destacan que puede tratarse tanto de necesidades personales como de intereses construidos en forma colectiva.

En Argentina, los datos sobre la participación social de las PM en actividades voluntarias o comunitarias alcanzan al 15% de los mayores de 60 años (ENCaViAM-INDEC, 2012). En cuanto a la participación política y social solo participa el 17,4% de dicha población. Quienes alcanzaron mayores niveles de educación formal y mayores niveles económicos tienen mayor participación. En el conurbano el porcentaje de participación alcanza el 12,6% (Amadasi y Tinoboras, 2015).

En el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires se realizó una investigación basada en el enfoque de envejecimiento activo. Los principales resultados mostraron que a pesar de contar con una buena percepción de la salud y contención socio-familiar así como con una amplia cobertura de la seguridad social, existe una brecha importante respecto al modelo del envejecimiento activo. Esto se observa, especialmente, en la participación de actividades extrafamiliares, lo que constituye uno de los pilares del enfoque y se acentúa aún más en los sectores sociales más pobres (Oddone y Pochintesta, 2017).

La transformación del lugar en territorio de pertenencia de las personas mayores

Existe una relación intrínseca entre el espacio público y la participación social de las PM. En ella pueden considerarse dos dimensiones: una física (que lo constituye como tangible y usable) y una social que comprende tres procesos: construcción de dicho espacio, interacciones en el mismo y efectos a nivel relacional y personal de quienes lo usan (Hernández Delgado, 2020). La conjunción de estas dimensiones y procesos pueden transformar el espacio en “territorio”.

Así, la relación entre sujeto/s y territorio es una construcción dialéctica en un tiempo histórico-social, entramada mediante discursos que, a su vez, abren la alternativa de que dicho territorio pueda ser reconstruido (Martínez, Lado y Herrera, 2021). Se trata de un proceso temporal desarrollado mediante dos vías complementarias: la acción-transformación y la identificación simbólica. Ambas conjugan la apropiación del espacio con procesos afectivos, cognitivos e interactivos vinculados con la asignación de significados a un espacio conformando identidad y apego al lugar, lo cual puede ser percibido como identidad territorial derivada de la implicación y la participación en los mismos. De ahí que la participación –en tanto acción sobre el entorno y la vida cotidiana– habilita a las personas y a los grupos la posibilidad de transformar el espacio imprimiéndole señales, rituales y marcas cargadas simbólicamente. Si bien estos procesos tienen lugar durante todo el curso vital y respecto a todo tipo de espacio, se considera que la acción-transformación es prioritaria en la juventud y en el espacio privado, mientras que en la vejez y en el espacio público prevalece la identificación simbólica (Vidal Moranta y Pol, 2005).

El confinamiento a causa de la pandemia provocó una súbita ruptura de la relación de las personas y los espacios públicos, la cual asumió características específicas en las PM que fueron consideradas desde el inicio como población de riesgo. A ello hay que asociar el aumento de la posibilidad de ser víctimas de violencia y de malos tratos de todo tipo: físico, emocional, económico y sexual, además de descuido, como así también las limitaciones para el acceso a la asistencia y los servicios (Naciones Unidas, 2020).

A partir de estas premisas, hemos localizado el análisis de la participación de las personas mayores en dos ejes: las rutinas cotidianas y su relación con el territorio CAM-UNLa y la construcción de significados sobre espacios y propuestas mediadas por las tecnologías de la información y comunicación.

Abordaje metodológico

Para el análisis cuantitativo y cualitativo de los modos que adquiere la participación durante la pandemia hemos considerado datos y testimonios de PM que continuaron incluidas en los programas con modalidad virtual, como así también de otras que no utilizan plataformas ni aplicaciones tecnológicas para comunicarse. Por un lado, recuperamos datos de una encuesta virtual realizada entre octubre y noviembre de 2020.[11] El formulario se envió adjunto a la inscripción del programa UPami (516 inscripciones) y fue completado voluntariamente por un total de 98 PM que conformaron la muestra no probabilística.[12] Se realizó un análisis descriptivo mediante medidas de distribución de frecuencia y porcentaje. Ocho de cada diez eran mujeres y el rango de edad más frecuente fue de 66 a 74 años. El nivel educativo es elevado, en tanto ocho de cada diez personas cuentan con secundario completo y más. Cerca del 40 % de la muestra reside en Lanús, seguido de Banfield (20%,) Remedios de Escalada (13%) y Lomas de Zamora (10%). El resto de las localidades de la zona sur representaron porcentajes menores al 5%.

Por otro lado, se realizaron entrevistas telefónicas a líneas fijas o a celulares sin utilizar la aplicación WhatsApp. Se contactó a personas que participan en dos programas del CAM (Voluntariado y Club de Día). Los criterios de búsqueda tuvieron que ver con la discontinuidad o interrupción en la participación a través de los canales digitales.[13] Las entrevistas nos permitieron hacer preguntas sobre la resolución de las actividades de la vida cotidiana. A su vez, indagamos sobre la valoración y percepción de las tecnologías de información y comunicación en el contexto actual, dado que las mismas funcionan como mediadoras de la participación en las actividades del CAM. Se entrevistaron once PM, cinco varones y seis mujeres. La distribución por rango de edad es la siguiente: 3 (60-69 años); 4 (70-79 años); 3 (80-89 años) y 1 (90 y más años). Cinco personas alcanzaron hasta el nivel secundario incompleto, tres mujeres cuentan con nivel primario completo, otros dos varones completaron el nivel secundario y solo un varón cuenta con estudios del nivel superior. Siete de las once personas entrevistadas son propietarias de su vivienda y ocho de ellas viven en hogares unipersonales. Todas perciben un haber previsional, tres de cada cuatro cobran jubilación y solo una de cada cuatro recibe solo pensión o pensión y jubilación. Más de la mitad de dicha población reside en localidades aledañas a la UNLa.[14] La totalidad de las PM entrevistadas utiliza como cobertura de salud la obra social específica (PAMI).

Como tercera fuente de datos analizamos producciones audiovisuales realizadas por las PM que participan en el Voluntariado Social del CAM. Entre las nuevas acciones de participación en pandemia crearon un canal de YouTube,[15] siendo este espacio en sí mismo un emergente de la continuidad de la participación durante el confinamiento. Para este trabajo utilizamos el material de conversatorios y charlas interactivas cuyas características comunes son la emisión en vivo y la conducción a cargo de las mismas PM voluntarias.[16] Es importante aclarar que los conversatorios no fueron propuestos ad hoc. Hemos incluido también un video producido por el taller de comunicación social en el que está presente la docente y no fue realizado en vivo, pero cada participante comenta su situación durante la pandemia y su vínculo con la universidad. Se trata de un total de ocho conversatorios, dos entrevistas en vivo, realizadas entre el 15 de septiembre de 2020 y el 4 de junio 2021 y una “charla Zoom” (18/09/2020), disponibles en el canal YouTube.[17]

Para el análisis cualitativo de los datos se siguió una lógica de “abajo hacia arriba” pasando de una codificación más abierta a una más cerrada que permitió reconstruir las rutinas cotidianas, identificadas a partir de la descripción de actividades domésticas, de cuidados y aquellas realizadas fuera del hogar vinculadas al esparcimiento y a la capacitación. Sobre los entornos virtuales se consideró, por un lado, la valoración de la pertenencia con los espacios (virtuales, físicos) de participación y, por otro, la valoración sobre el uso y apropiación de las tecnologías de la información y comunicación, ya sea de dispositivos, redes, aplicaciones, entre otras (ver tablas 1 y 2). Al mismo tiempo desde una lógica inversa de “arriba hacia abajo” se identificaron cuatro formas de participación basadas en la clasificación de Contreras y Ferrada (2020) que distinguen entre: participación familiar, realización personal, participación provocada y voluntaria.


Tabla 1. Variables de la encuesta virtual.

Variable

Descripción

Categorías

Ayuda para responder el formulario

 

Variable dicotómica que permite identificar si las personas mayores podían responder el formulario en forma autónoma o con ayuda.

-Sin ayuda

-Con ayuda de otras personas

 

Uso de herramientas de comunicación durante el aislamiento en pandemia

Variable nominal que permite identificar las diferentes vías de comunicación (aplicaciones, redes sociales y/o dispositivos) que utilizaron las personas entrevistadas durante el confinamiento.

-Teléfono Línea fija

-Teléfono Celular

-WhatsApp

-Meet | Zoom | Skype

-Facebook | Instagram

-YouTube

-Classroom

-Otros

Impacto del Aislamiento

Variable nominal que recupera la percepción de lo que representó para las personas entrevistadas el mayor impacto del aislamiento por la pandemia COVID-19.

-Distancia Seres Queridos

-Incertidumbre | Preocupación

-Pérdida Autonomía

-Soledad | Angustia | Ansiedad | Miedo

-Bienestar Emocional | Espiritual

-Acercamiento seres queridos

-Problemas Salud

-Mejor Sueño

-Mejor Salud

-Pérdida Sueño

-Otro

Apoyo social recibido

Permite identificar qué red (formal e informal) brindó mayor apoyo durante el aislamiento en pandemia

-Familiares

-Amistades

-Vecinos/as

-Organizaciones de la Sociedad Civil (religiosas, comunitarias u otras)

-Estado

-Ninguno

Aplicación | Dispositivo con el que mejor se comunica en los Talleres | Cursos

Variable nominal que permite identificar las herramientas tecnológicas utilizadas para la realización de los talleres

 

-Celular | WhatsApp

-Zoom

-Google Meet

-Otra

Fuente: elaboración propia.

Tabla 2. Categorías para el análisis de entrevistas y material audiovisual.

Categorías

Subcategorías

Rutinas cotidianas

 

-Actividades domésticas

-Actividades de cuidados

-Actividades fuera del hogar

-Actividades de capacitación

-Actividades de esparcimiento

Entornos y “territorios” virtuales

-Usos (interacción)

-Aprendizaje

-Valoraciones

Participación

(Contreras y Ferrada, 2020)

 

-familiar

-realización personal

-provocada

-voluntaria

Fuente: elaboración propia.

 

De este modo, las diferentes aproximaciones metodológicas (encuesta, entrevistas y videos) nos permitieron acercarnos a la percepción de los participantes de los tres programas que funcionan en el CAM UNLa: propuestas de Capacitación, Voluntariado Social y Club de Día. Cabe destacar que en los conversatorios y materiales audiovisuales también se analizaron las voces de PM que no participan en los espacios formales del CAM, lo que complementa el análisis.

 

Resultados

a. Adecuación de los programas a contextos de virtualidad e impacto de la pandemia

Para comenzar, es importante mencionar que entre marzo y julio 2020 la propuesta de talleres y actividades –al igual que el Programa Club de Día– se mantuvo con modalidad virtual. En noviembre se iniciaron las inscripciones formales al programa UPami. Es en ese contexto que realizamos la encuesta virtual a las PM que se estaban inscribiendo, de las cuales, el 20,4 % no había retomado su participación desde el año anterior (el 80 % porque no se había enterado y el resto porque no pudo o no supo cómo hacerlo). Los resultados obtenidos respecto a los apoyos recibidos durante la pandemia muestran que las familias fueron quienes brindaron mayor colaboración en lo referido a los apoyos recibidos por las PM (81,3%) seguidas por amigos/as (12,5 %) y vecinos/as (3,1%). La asistencia telefónica de PAMI, de organizaciones sociales o religiosas, o del Estado solo representó el 3% restante. Con relación a los sentimientos e impacto que les generó el aislamiento, el 45% de las respuestas mencionaron el distanciamiento de los seres queridos. Un 27 % refirió incertidumbre/preocupación, un 9 % pérdida de autonomía y un 6% afirmó sentir soledad/angustia/ansiedad/miedo, mientras que un 4% de las respuestas asoció el bienestar emocional/espiritual con el aislamiento a causa de la pandemia. Mediante estas referencias podemos advertir un cambio profundo en los modos de participación habituales de las PM vinculado a las restricciones de la movilidad y a las alteraciones emocionales asociadas al confinamiento. En efecto, si analizamos la frecuencia de inscripciones vemos una disminución significativa desde 2020 respecto de años anteriores (Tabla 3).

Tabla: 3. Inscripciones de los programas CAM – UNLa (últimos años).

Año

 Inscripciones

2019

1705

2020

576

2021

613

Fuente: elaboración propia en base a datos de inscripciones - CAM UNLa.

 

Ante estas cifras, es importante destacar que un 10 % de las PM que respondieron la encuesta virtual lo hizo con ayuda de otras personas y también cabe destacar que un 20 % de PM recién logró volver a inscribirse en noviembre de 2020. Todo ello nos condujo a preguntarnos ¿de qué modo afectó la pandemia la vida cotidiana de las PM que participan en el CAM? ¿Cómo percibieron el distanciamiento de la UNLa, en tanto territorio de participación y pertenencia? ¿En qué medida las propuestas virtuales constituyen un recurso protector frente a la sensación de soledad y aislamiento en pandemia? ¿Podemos considerar a las propuestas actuales como “territorios virtuales” para la participación de las PM?

b. Cambios en las rutinas cotidianas

La ruptura de las formas habituales de participación social produjo un fuerte impacto sobre las rutinas cotidianas de las personas mayores, lo cual fue percibido como un retroceso por parte de las PM incluidas en este estudio. En general refieren que, desde su ingreso al CAM, habían ampliado sus actividades, recorridos y roles, desplazándose desde el espacio doméstico-familiar hacia nuevas formas de interacción cuyos valores más destacados son, por una parte, la experiencia de acceder a nuevos aprendizajes y por otra, los espacios de sociabilidad y contención. La suspensión de la presencialidad, según varios testimonios, es vivenciada entonces como la pérdida de ese espacio exterior que, en cierto modo, organizaba y redimensionaba el sentido de las rutinas domésticas cotidianas.

Yo extraño muchísimo… los compañeros, almorzar con todos ellos, y ahora tengo que almorzar sola, así que mirá si los extraño… y estamos esperando las clases, que nos hacen pasar el tiempo más grato, porque sino es duro, si, si, es duro estar todo el día. Porque yo ando en el fondo, ando con las plantas y todo, pero no es… el calor humano igual se necesita. (Telma,[18] participante, Club de Día)

Pero, además, las rutinas “internas” vinculadas a lazos familiares también han sido suspendidas, lo cual aumenta la sensación de soledad e incertidumbre.

Ir a la universidad fue una elección... hacer cada uno lo que le gusta y encontrar un montón de otras cosas que ya pensabas que las ibas a encontrar… era todo una preparación. Y eso implicaba encontrarte... Me falta el abrazo, el cariño, yo particularmente no veo a mi hija hace 5 meses, ella vive en Capital y ella nos cuida a nosotros… y nosotros la cuidamos a ella… Y si bien nosotros estamos bien, no nos estamos cayendo a pedazos, pero tenemos nuestros años y nuestros achaques… Es como que todo es tan incierto, tan día a día. (Anahí, participante, programa de Capacitación)

Ninguna de las PM participantes en este estudio refiere modificaciones significativas en el mantenimiento de las actividades básicas de la vida diaria (alimentación, higiene, orden de la casa, cuidado de mascotas y de plantas). Sin embargo, muchas de ellas –sobre todo las que fueron entrevistadas telefónicamente por no utilizar o acceder parcialmente a las nuevas tecnologías– dan cuenta de alteraciones en la motivación para hacerlas, y algunas de ellas mencionan pérdida de autonomía. En este aspecto, la intención de cuidado por parte de hijos/as, suele tornarse excesiva desplazando roles domésticos habituales de las PM. En otros casos, las PM delegan en ellos/as la realización de actividades externas que antes hacían presencialmente, pero ahora implican mediación de tecnología: manejo del dinero o tarjetas, actividades bancarias, turnos médicos y trámites. Ello produce en las PM una cierta “resignación”, justificando la situación de dependencia forzada como contraparte “necesaria” de las restricciones de contacto físico indicadas por las normativas de cuidado sanitario.

Estoy sola, medicada por depresión, ahora me tira la cama. No tengo ganas de hacer nada. Estoy controlada, pero la paso mal. No me dejan salir, no es que no me dejan...respeto lo que mi hija dice. Ella me trae las cosas, me lava la ropa, hace los mandados. Me mandan las viandas y aparte me compra mi hija. Acá limpio yo porque es chiquito. Me ocupo de mi perro. La televisión me aburre un poco. Hago lo que me enseñaron en Club de día, el atrapasueños... (Susana, participante. Club de Día)

En otras situaciones, la alternativa del espacio exterior no satisface las expectativas de cuidado de algunas PM, tornándose amenazante o peligroso, y conduciéndolas a “preferir” el encierro a la impotencia de ver personas que no respetan los protocolos.

Me duele porque hace mucho tiempo que estoy adentro. Yo vivo en un departamento, así que más que las vías del tren otra cosa no veo por la manera en que está dispuesto el edificio. No es que da a la calle y que yo veo gente pasar. Y lamentablemente las pocas veces que salí a la calle veo que la gente no usa el barbijo, no le importa, no respeta la distancia entonces vuelvo más nerviosa de lo que salí… Y me da bronca porque hoy podría estar caminando bajo el sol... (Adela, participante, programa de Capacitación)

Al referirse a la “montaña rusa emocional” en la que han quedado inmersas en la pandemia varias PM relatan su cotidianeidad expresando que las restricciones también incluyen las oportunidades de disfrutar, poniendo énfasis en lo que no han podido hacer y que han perdido irremediablemente:

trato de disfrutar lo poco que tengo, lo poco que puedo hacer, conservando la salud y la vida pero bueno, por otro lado se me van muchas oportunidades que tengo, que ahora todavía tengo salud y más o menos soy joven y podría disfrutar y no puedo, se me van en vano y eso es triste, te pone mal… en nosotros es muchísimo perder un año. Yo por ejemplo este año no me pude ir a ningún lado, el año que viene tampoco me puedo ir a ningún lado, y así una va perdiendo muchas oportunidades y perdemos la familia... no nos podemos juntar con nadie y eso es bastante triste ¿viste? (Ruth, participante, programa de Capacitación)

Por su parte, las PM que no participan en los Programas del CAM, también dan cuenta de la misma dificultad frente a la ausencia de la participación social, en tanto organizadora de las rutinas y actividades de la vida diaria:

Fue raro, yo pensé que iban a ser dos meses o tres… Yo vivo sola. Tengo una hija que vive acá en el primer piso. Ella comenzó a trabajar así que como ella está rozando a otras personas no quiero que venga para acá así que estoy absolutamente sola. Se me cambiaron las horas de sueño, las horas de la comida, se me dio vuelta todo lo que era horarios, costumbres y todo eso. Yo era de salir mucho...hago relaciones virtuales, pero no es lo mismo. Ayuda, ayuda bastante pero no es lo mismo… (Sara, activista, participa fuera del CAM)

El primer cuatrimestre lo hice bárbaro, me fue muy bien con las notas pero este cuatrimestre me pasó una aplanadora por encima… no pude hacer nada… no completé la cursada… lo que pasó también es que mi hija se contagió este Covid y estuve 20 días mal ...así que este cuatrimestre fue arduo para mí. En cuanto a lo familiar con mi hija, con lo que le pasó y en cuanto a la carrera, que no me pude enganchar. (Nilda, participante, Voluntariado Social y estudiante UNLa)

Como alternativa de organización, la mayor parte de las PM se refieren a la continuidad (virtual) de las actividades y talleres:

Ahora estamos encerrados. ¿Y qué hacemos? Bueno lo más lindo son los talleres que hemos podido disfrutar este primer cuatrimestre en la UNLa. Y ahora con esta cuestión de la pandemia me he anotado en los talleres virtuales...Todo, les cuento, por WhatsApp... (Laura, participante, Voluntariado Social y Programa de Capacitación)

En general, una de las dimensiones más destacadas en el relato sobre la continuidad de la comunicación virtual en los grupos de WhatsApp es la afectiva, es decir, la que desborda el mero intercambio de contenidos temáticos en el horario asignado y se instala como recurso alternativo de sociabilidad, compensando en parte la ausencia de la proximidad con otras personas.

Estoy sola y… estos momentos son super importantes: el saludarnos, los saludos de todas las mañanas y a veces el del buenas noches, el del cuidate... es que es mucho más que lo del folclore, yo creo que el grupo hasta se ha hecho más unido en estos momentos. Eso es lo que yo siento dentro mío ¿eh? (Brenda, participante, programa de Capacitación)

El “compromiso” de asistencia virtual a los talleres en el día y horario determinado también es definido como un espacio sumamente esperado y valorado. Muchas de las PM han significado a plataformas como el Zoom, como la posibilidad de “salir” de su domicilio, refiriendo que, además de prepararse para ese momento, desconectan teléfonos y se concentran en disfrutar lo que acontece en ese espacio virtual. Esta descripción es comparable con la expresada por otras PM que se autodefinen como militantes. En este sentido, es ese “compromiso” con una actividad elegida lo que opera como sustituto de la participación presencial, más que el tipo de propuesta en sí:

con el tema de la pandemia me estoy arreglando lo mejor que puedo, o sea yo del 17 de marzo del año pasado que no salgo a la calle. Vivo con mi hija, somos muy poquitas personas por suerte, o por desgracia no sé… y la compañía mía es los miércoles cuando me junto con las chicas, con las compañeras, esa es mi compañía. O sea, me conecto con mis hijas así por internet o por WhatsApp... para mí el celular es una compañía, porque estoy sola todo el día. (Nuria, militante política, participa fuera del CAM)

En cuanto a las PM que expresan seguir participando en forma virtual de nuevas actividades sociales, políticas o educativas, las mismas, en general sienten que tienen más tiempo ocupado, y que no les queda posibilidad de aburrirse.

Y cuando tengo algún ratito libre lo dedico a mis plantas, lo dedico al tejido para mi nieto y alguna otra cuestión culinaria que nunca me deja de gustar. Realmente no siento el encierro a pesar de que no he salido en todos estos días. Estoy en mi casa, yo vivo con mi hijo, o mi hijo vive conmigo… No tengo tiempo para pensar en cosas que no son lindas. (Julia, participante, Voluntariado Social y estudiante UNLa)

Ha aflorado nuestra creatividad y esta nueva forma de aprender a través de la universidad con el canal CAM-UNLa hemos podido hacer conversatorios, he contado cuentos y he seguido con mis actividades en forma virtual. (Laura, participante, Voluntariado Social y programa de Capacitación)

Algunas personas afirman que la ausencia de propuestas y de posibilidades de elegir de acuerdo a sus intereses condiciona a las PM a quedar ubicados como receptores pasivos de los discursos de los medios de comunicación, anulando así las posibilidades de expresión e intercambio. Por tanto, la posibilidad de construir opciones alternativas queda acotada a las imágenes y “realidades” presentadas como “verdades únicas” desde los medios.

Porque es tal el manijeo que tienen los medios de comunicación, sobre todo a las PM que estamos más tiempo en casa, me parece que es a los que más nos perjudican. (Ada, militante política, participa fuera del CAM)

c. Acerca del territorio. Lo extraño y lo extrañado

En medio de los relatos de las PM la palabra “extraño” se reitera, en ocasiones refiriéndose al tiempo de pandemia como algo raro, disruptivo, pero también como añoranza de ese “territorio ahora lejano” que es la UNLa: el CAM, las actividades, los talleres, los árboles, los compañeros/as, los/as docentes, el café, los almuerzos compartidos, los olores, las voces y sonidos, los abrazos, las caminatas…

Ya el sábado y domingo estamos extrañando porque estamos de lunes a viernes.... Necesito hablar con alguien, tener una conversación con alguien, más a una que le gusta un poco hablar (se sonríe) (Tina, participante, Club de Día)

Yo lo que extraño es eso. Extraño el ir a la facultad, juntarme con mis compañeros ahí en los banquitos, charlar, no sé. Después de este hábito durante 4 años de todos los días cortarlo así fue un poco terrible. Ahora me estoy dando cuenta, sobre todo, en estos últimos meses. (Nilda, participante, Voluntariado Social y estudiante UNLa)

...se extraña todas las cosas y no es que sea chupamedias pero… en el CAM no tiene precio las cosas que hacen por nosotros. Porque nos dan vida... mi vida cambió, mi vida es otra. (Oscar, participante, programa de Capacitación)

La memoria del espacio se asienta en los registros sensoriales, afectivos y propioceptivos que siguen presentes en los cuerpos de las PM. Ellos son recreados mediante los relatos sobre sus recorridos, los recuerdos de actividades, de personas, de presencias-ausencias. Eso que se extraña es eso que no está perdido en tanto se siga nombrando, recreando. Y ese nombramiento, en la extensión del confinamiento, parece funcionar como antídoto frente a la incertidumbre y el “extrañamiento” de lo cotidiano.

Con respecto a la universidad... extraño haber encontrado… un lugar… donde hay gente que no piensa como vos y hay gente que piensa como vos y decís, puta (sic), ¿dónde estaba esta gente antes que yo no la vi? ...Pero igual sigo, sigo en la lucha, sigo en los cursos… Nos adaptamos a esto y una vez más demostramos que a pesar de que dicen que somos viejos vetustos, podemos seguir aprendiendo. Y podemos seguir enseñando… (Amanda, participante, programa de Capacitación)

Obviamente extraño los diferentes grupos, las diferentes formas de pensar o debates que se hacían, las charlas y también los espacios esos en esos árboles tan hermosos con esos pájaros tan hermosos de la UNLa y bueno, eso también se extraña, esa posibilidad de estar sentados debajo de los árboles, de charlar...encontrarse con gente conocida. Pero bueno, como dijeron es bueno pensar que esto es un tiempo y que vamos a poder volver a participar de todas esas propuestas y ser parte activa de eso ¿no? (Irma, participante, programa de Capacitación)

Yo extraño todo en realidad...en realidad extraño a la gente, extraño a los profesores, a los compañeros, extraño lo social y lo educativo… y las caminatas… la verdad que extraño todo, pero bueno, me parece que me estoy acostumbrando recién ahora a esto. (Mirta, participante, programa de Capacitación)

d. Los “espacios virtuales” ¿territorios de participación para las personas mayores?

El proceso de “virtualización” de los programas fue la única alternativa posible ante la suspensión abrupta de la presencialidad indicada por las normativas oficiales. Sabiendo que la tecnología representaba una barrera para la participación de las PM, desde el CAM decidimos utilizar el recurso más accesible hasta ese momento por parte de nuestra población: el WhatsApp. En efecto, en la encuesta realizada ocho meses más tarde a los participantes del programa Upami, se preguntó por el uso de dispositivos y aplicaciones en cuarentena. La totalidad de las personas respondieron que se comunicaron por WhatsApp, mientras que el 90% dijo hacerlo por teléfono celular y el 56% mediante aplicaciones de videollamadas como Meet, Zoom o Skype. Un 48% refirió usar redes sociales, en particular, Facebook e Instagram, siendo la plataforma YouTube utilizada por el 17% de las personas encuestadas.

Aún sin tener esos datos concretos en marzo 2020, la única garantía de efectividad frente a la virtualización de los programas fue que habíamos brindado capacitación a través de talleres de informática, uso de celulares y nuevas tecnologías durante los últimos diez años. A ello se agregó la “identidad territorial”[19] construida por el colectivo de PM en la UNLa mediante su participación en el CAM, lo que permitió efectivizar la continuidad y gradualmente ir incorporando el uso de otras plataformas (Zoom, Google, YouTube), intentando recrear el territorio de la UNLa en entornos virtuales.

Con respecto a la tecnología, varias de las PM manifiestan dificultades para su uso y apropiación. Sin embargo, en los relatos el énfasis está puesto en la ampliación de aprendizajes que ha permitido mantener la comunicación durante la pandemia. Este “estar conectadas” para algunas personas representa una experiencia inédita, impensada, que debido a su carácter colectivo, se vivencia como una oportunidad de crecimiento y aprendizaje de nuevas formas de comunicación:

algunas no tienen Zoom, solamente manejan el celular entonces la única forma que teníamos para reunirnos y hacer alguna actividad era por WhatsApp, algunas mandan videos que son increíbles ... trabajaron un montón, yo estaba asombrada, no lo podía creer… hicimos muchísimas cosas, es que fue más de un año y yo no sabía más que buscar y yo decía ¿Y ahora qué hago? (se ríe) pero bueno… crezco, crezco… (Elsa, participante, Voluntariado Social y docente de taller)

tenemos que seguir por este medio. No está mal, está bueno porque hace unos años atrás no hubiésemos tenido esta oportunidad y la verdad es una maravilla porque todos los que estamos en este momento viéndonos en este conversatorio más todos los que nos están viendo y escuchándonos es una forma casi sin querer de ir incorporándonos a nuevas formas de comunicación. Este es el desafío. (Julio, participante, Voluntariado Social y programa de Capacitación)

Para otras PM la virtualidad, en tanto sustituto de la presencia real en el CAM, posibilita imaginar la proximidad característica del territorio, aun sabiendo que se trata de un juego, que mientras dura, construye la percepción del estar acompañados/as.

Es un juego ¿no? Estamos en el territorio pero no estamos en el territorio. Estamos en el Club de Día pero no estamos en el Club de Día. Como que nos fuimos adaptando. (Camila, participante, Club de Día)

Si, la verdad es que es un momento muy especial, donde estamos distanciados pero el grupo… ocupa una parte muy importante en este tema porque nos sentimos acompañadas y hacemos muchas cosas...hacemos cuentos con letras impredecibles, lugares disparatados, viajamos, terrestres, extraterrestres, lo que sí en esos viajes casi siempre terminan en la UNLa que es nuestro lugar de pertenencia. (Dora, participante, programa de Capacitación)

La virtualidad ha posibilitado también intercambios de afecto y contención entre los participantes de los talleres, quienes se comunican dentro y fuera del grupo de WhatsApp. Esta característica ya se percibía en la presencialidad, en la que se observaban dos espacios de interacción: el “formal” en el aula y el “informal” en los pasillos, las esperas, el baño, el café. Así, la participación entraña diversas dimensiones entrelazadas y superpuestas entre sí, posibilitando a cada persona inscribir su trayecto y recorrido singular en ese espacio que, al devenir territorio, da lugar a la construcción de una identidad colectiva:

no me imaginé que a esta edad iba a estar yendo a la universidad e iba a tener tantos compañeros. Siempre estamos atentos a todo, cuando le pasa algo a alguien, siempre tratamos de estar con él, con ellos. A pesar de tener coordinadoras muy jóvenes nos sentimos muy protegidas por ellas, tanto por los profesores… que nos entienden, yo eso no lo podía entender, porque nunca había ido a la universidad... estoy contenta, muy contenta de estar ahí y ya ven, ahora tenemos que, a través de los aparatos, comunicarnos, también nos extrañamos mucho, pensamos que cada día que pasa a ver cuánto nos falta, cuánto falta para llegar a vernos, esos abrazos, esas conversaciones diarias que tenemos siempre, bueno pero nos vamos llevando bien con la tecnología. (Trinidad, participante, Club de Día)

Es una manera de estar cerca, aunque sea no darnos ese beso, ese abrazo pero bueno, hay que adaptarse a los nuevos momentos. (Lucía, participante, programa de Capacitación)

No debemos olvidar que estos testimonios corresponden a PM que se conectan virtualmente en las propuestas del CAM, mientras que existe otro grupo de PM de similar dimensión que participaba durante la presencialidad, pero ahora no se han inscripto.

Para aproximarnos al conocimiento de la situación de este último grupo, realizamos entrevistas telefónicas a PM que no participan activamente –o lo hacen solo parcialmente– por dificultades vinculadas a la virtualidad. En sus respuestas sobre las barreras digitales, expresaron que, si bien algunas de ellas no disponen de dispositivos, en general el mayor problema es no haber podido lograr autonomía en su uso. En momentos en que contaban con compañía o alguien que les orientara paso a paso, lograban utilizar tanto dispositivos como aplicaciones. Sin embargo, tienden a autoadjudicarse la responsabilidad sobre ese aprendizaje “incompleto”, sin aludir a otros factores externos, tales como la accesibilidad de las plataformas y/o los dispositivos o la necesidad de contar con apoyo adecuado durante la etapa del aprendizaje inicial hasta lograr un uso autónomo de la tecnología.

Estoy aprendiendo solo a utilizar la Tablet que me resulta más fácil que el celular, porque lo que me angustia es no entender los mensajes, como contestarlos. Cuando podía ir a la universidad tenía más acceso, en un principio lo usaba, este celular tiene un montón de fotos de Club de Día, se me bloqueó. Yo sacaba fotos con la cámara digital y aparte con la filmadora. (Simón, participante, Club de Día)

Siempre con alguna compañera que me enseñaba a usarlo (celular). Los profesores me enseñaban pero como aprendía se me borraba. No sé llamar (sólo escucha audios). Mientras tengo alguien al lado mío que me oriente bárbaro pero después me olvido. Por eso no sé si soy yo que rechazo o bueno... o ya no me da la cabeza para eso. (Eloísa, participante, Club de Día)

Con respecto a estas barreras, merece mencionarse la posición de quienes se autorreferencian como mujeres mayores militantes, quienes advierten que no todas las PM se encuentran en su situación, que describen como de privilegio, y abogan por mejorar las condiciones de accesibilidad y acceso a derechos para los grupos vulnerados.

Yo lo que quiero decir es que nosotras somos privilegiadas porque tenemos la suerte de poder compartir estas cosas, de tener un grupo, de que estamos muy bien cerebralmente, de que podemos participar en conversatorios, que hacemos Zoom, ¿de qué nos podemos quejar, compañeras? Somos militantes, lo hemos sido toda la vida, este es nuestro mayor orgullo y mi mayor felicidad. Y agradecer a la Universidad de Lanús. (Erika, militante política, participa fuera del CAM)

el más vulnerable no sabe cómo llegar a lo mejor a un medio en el cual se sienta respaldado... desde lo vulnerado. Y eso es lo que me hace ruido. Porque yo digo nosotros, o a lo mejor ciertos grupos sociales en el cual estamos más inmersos en la comunicación, que tiene accesibilidad a otros medios, que está más informatizado, que puede manejar un celular, o tener internet en casa, donde hay justamente una familia en la que no hay abuso de poder… y cuando digo abuso de poder es porque siempre está el que dice acá se hace esto y el pobre abuelo o abuela está sometida a lo mejor a ese tipo de cosas también... (Inés, militante política, participa fuera del CAM)

Tipos de participación identificadas

Tomando como referencia la tipología de participación de PM planteada por Contreras y Ferrada (2020), la mayor parte de la población estudiada se ubicaría entre el segundo (búsqueda de la “realización personal” y/o satisfacción de necesidades individuales que generan efectos positivos en la percepción subjetiva de la salud) y el cuarto tipo (participación “voluntaria” activa que promueve la satisfacción de necesidades no cubiertas, en espacios de voluntariado y formación en nuestra universidad y otros espacios comunitarios). Las PM que forman parte del Voluntariado Social del CAM y las que se autoidentifican como “militantes” se vinculan al tercer tipo (participación “provocada” que apunta a promoción del cambio social y la toma de decisiones conjunta). Sin embargo, los límites entre cada tipología son permeables en nuestra población, ya que la mayor parte de las PM Voluntarias también participan en cualquiera de los otros dos programas.

Del mismo modo, ninguna de las formas de participación hasta aquí mencionadas excluye al primer tipo (participación de las personas mayores en ámbitos familiares a cargo del cuidado de otros miembros de la familia). Lo que se visibiliza como dato relevante es que las actividades de cuidado (autocuidado, cuidado del hogar, de otros miembros de la familia o de animales y plantas) no son definidas como participación, ya que forman parte del espacio doméstico y, en el mismo, la organización de roles se encuentra naturalizada. Sin embargo, la apropiación de otros espacios y su construcción como “territorios” es fundamental y está directamente vinculada con los tipos de participación previamente mencionados.

Es justamente esa participación externa la que ha sido afectada fuertemente en la pandemia, lo cual, a pesar de ser una cuestión común a toda la comunidad, adquiere un sentido particular en las PM. La nominación como “grupo de riesgo”, sumado a que las PM incluidas en este estudio realizan habitualmente actividades no lucrativas (naturalizadas como “no productivas”) hizo que en una primera instancia la medida de confinamiento no pareciera representar ningún problema. No obstante, la extensión de esta medida sanitaria en el tiempo posibilitó visibilizar aspectos de la participación previamente no valorados, debido, justamente, a la “territorialidad” construida previamente. Ello ocasiona que su falta sea tan destacada en todos los testimonios, pero también ha fungido como punto de apoyo para iniciar formas de participación mediatizadas por la virtualidad.

Observamos que la motivación no se modificó en pandemia, ya que el principal interés en participar se basa en la satisfacción de necesidades personales y solo algunas PM articulan su participación con intereses construidos en forma colectiva. Lo que sí aparece como inevitable es la dificultad de mantener la participación por fuera de estos nuevos espacios virtuales para las PM que no acceden a la tecnología. Esta barrera es la que más fuertemente ha relocalizado a las PM en sus espacios domésticos, limitando sus posibilidades de participación, con la consecuente pérdida de autonomía. Al respecto también es importante distinguir las diferencias en las posiciones de las PM respecto de la brecha digital y advertir que la participación en espacios virtuales implica no solo el uso, sino fundamentalmente la interacción y la creación de contenidos. Sin esta posibilidad de apropiación de la tecnología, las PM quedan situadas en el lugar de receptoras de información. Por ello, consideramos que el hecho de poseer dispositivos o de conocer el manejo básico de los mismos –más allá de haber sido una herramienta de comunicación “de emergencia”– no puede ser comprendido como participación.

Discusión y conclusiones

Todos los datos y narrativas incluidas en este trabajo emergieron en distintos momentos del confinamiento, enmarcados en los contextos domésticos marcados por la inquietante percepción de la vida amenazada. Con respecto a la participación, queda evidenciado que la misma se configura como un proceso gradual, progresivo y no lineal, que incluye el interjuego entre las opciones del contexto (capaces de ampliar las expectativas e intereses personales y las motivaciones individuales), que pueden orientarse hacia propósitos particulares o colectivos. Estos últimos no son excluyentes entre sí, pero la frecuencia de PM que aúnan ambas condiciones es menor en nuestro grupo de estudio.

La continuidad de los programas del CAM, más allá de la actualización de los convenios con Pami, el reordenamiento administrativo interno en la universidad y el funcionamiento virtual, fue posible sostenerla porque los participantes en los programas dan cuenta de una “identidad territorial” previamente asumida y fuertemente ligada al espacio real y simbólico de la universidad. La experiencia inédita de este tiempo de pandemia nos permitió observar que la ausencia física en el territorio no implica automática ni necesariamente la desterritorialización en términos simbólicos y subjetivos, ya que la referencia al mismo se mantiene “viva” mediante la comunicación a distancia y la construcción de “territorios virtuales”. Aun así, la extensión en el tiempo y la magnitud del impacto subjetivo de la experiencia de restricción de la movilidad trastocó también la percepción del cuerpo, de los espacios cotidianos y la organización de rutinas diarias.

La mayor parte de las personas significan la alteración en sus formas de participación habituales como un padecimiento, pero también aluden al descubrimiento de nuevas formas de interacción y de comunicación en este tiempo de distanciamiento obligatorio, en ninguno de los casos resistido. Aparecen en sus decires las ambivalencias frente a la soledad, la paradoja de la distancia y cercanía con otros, el encuentro con otras personas de manera inesperada aún en espacios virtuales. Más indirecta que directamente –en las referencias sensoriales, sobre todo en el extrañar abrazos, besos, olores y desplazamientos– aparece en sus testimonios la referencia al cuerpo. Es en ese entrecruzamiento entre el cuerpo y el territorio donde se percibe la falta, lo que se extraña. En muchas de las situaciones narradas la participación se transformó en interacción virtual, donde la circulación de afectos y contención pudo mantenerse, pero lo que queda ausente es la relación cuerpo-espacio, punto de entrecruzamiento clave para que la participación convierta ese espacio en territorio.

Cabe aclarar que este estudio se realizó con personas que, en general, forman parte de ese casi veinte por ciento de los mayores que venía participando en espacios socio-comunitarios (ENCaViAM-INDEC, 2012). Sigue siendo un desafío pensar la ampliación de la participación del colectivo de las PM contemplando su diversidad. Al respecto, Dominioni et al. (2019) destacan que uno de los factores que dificulta la participación de las personas mayores es la falta de reconocimiento y pertenencia a un colectivo de personas viejas basado en la edad cronológica. Es decir, que operan allí estereotipos que llevan a reforzar la percepción de que “viejos son los otros” e impide reconocerse como parte de ese grupo.

Si bien la mediatización tecnológica presenta ventajas para el sostenimiento de la participación en pandemia, identificamos también algunas desventajas para aquellos/as que poseen menor uso y acceso a las TIC. Sobre este último punto se evidencian barreras tecnológicas, materiales y de aprendizaje donde es el entorno el que posibilita o impide la continuidad de la participación de la PM. Por tal motivo consideramos que, para hacer efectivo el derecho a la participación de las PM, deben garantizarse entornos favorables para el envejecimiento activo, dentro de los cuales existan diversas opciones para participar.

Observamos, entonces, una estrecha relación, indisociable entre dos de los dominios mencionados en el índice de envejecimiento activo (Active Ageing Index AAI): el de Participación en la sociedad y el de Capacidad y entorno favorable al envejecimiento activo. Según las expresiones analizadas las PM reconocen que la propuesta del CAM les permite encontrar lo que ni siquiera buscaban, es decir, existe una motivación a participar, pero es el entorno el que habilita las opciones para que la participación sea posible. Y esa “plataforma” territorial es la que luego –frente a la emergencia de la pandemia– sirve de apoyo simbólico para la continuidad virtual.

Claramente, las PM que han logrado considerar esta experiencia pandémica como un nuevo aprendizaje o desafío para elaborar estrategias de sobrevivencia y búsqueda de formas de vitalización pueden, al nombrarlo como ausencia, habilitar la presencia del territorio como deseo y abrir “ventanas virtuales” como recurso para seguir participando e intercambiando conocimientos. Es responsabilidad de las instituciones –en este caso la universidad– y las sociedades comprender la diversidad de experiencias de participación y modos de afrontamiento de la pandemia por parte de las PM, así como atender a las desigualdades profundizadas por las brechas preexistentes. De modo que es necesario garantizar los apoyos necesarios para el aprendizaje, uso y apropiación de dispositivos tecnológicos y el acceso a la conectividad para todas las PM, en tanto herramienta para la participación.

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[1] Los años de vida perdidos buscan determinar cuántos años más deberían haber vivido las personas que fallecen. Son el resultado de la suposición de un exceso de mortalidad en edades relativamente jóvenes (Arriaga, 1996).

[2] Elaboración propia en base a datos del Censo Nacional de Población, Hogares y Vivienda (2010) procesado con Redatam.

[3] Los datos han sido calculados según el índice de dependencia total, que surge de la proporción de personas mayores de 64 años y menores de 15 años, respecto del grupo de entre 15 y 64 años por cada cien personas.

[4] Proporción de la población de 65 y más años respecto a la población entre 15 y 64 años.

[5] Diferencia entre el nivel mínimo (resulta de la suma de los porcentajes de población con nivel primario completo e incompleto) y máximo (resulta de la suma de los porcentajes de población con nivel superior no universitario completo, universitario incompleto, y universitario completo) de educación formal.

[6] Porcentajes hasta el nivel secundario incompleto en mayores de 65 años: Avellaneda (76,37%); Quilmes (78,24%) y Lomas de Zamora (76,6%). Con secundario completo y más Avellaneda (23,63); Quilmes (21,76) y Lomas de Zamora (23,4). Elaboración propia en base a datos del Censo Nacional de Población, Hogares y Vivienda (2010) procesado con Redatam.

[7] Esta expresión concentra diferentes dimensiones vinculadas a la participación de las PM en la Universidad Nacional de Lanús. Destacamos que desde la instrumentación de los programas del Centro del Adulto Mayor se habilitó un espacio gratuito para el acceso de las PM, desde la perspectiva de derechos, incluido en la actividad académica del Departamento de Salud Comunitaria y no exclusivamente desde el ámbito específico de cooperación (en otras universidades, extensión universitaria). La gestión de convenios de cooperación con diversos organismos públicos posibilitó el ingreso masivo de PM en las propuestas, aumentando de 40 a 3000 inscripciones anuales en un lapso de 15 años de trabajo. Esta “irrupción” de PM ha ido visibilizando barreras actitudinales, comunicacionales y físicas respecto de este colectivo y simultáneamente produciendo transformaciones que resultan un aporte valioso a nuestra comunidad académica.

[8] Junto a otros principios generales (como la dignidad, igualdad y no discriminación, autonomía, seguridad, entre otros), la “participación, integración e inclusión plena y efectiva en la sociedad” aparece destacada como derecho a promover y garantizar.

[9] La seguridad, la salud y el aprendizaje a lo largo de toda la vida son los otros ejes claves del modelo.

[10] En la región iberoamericana se realizaron estudios comparativos basados en este enfoque entre España, México y Chile (Rojo-Pérez et al., 2016). Siguiendo esta misma línea se realizó un estudio comparativo, basado en fuentes secundarias, entre Argentina, México y España (Rojo-Pérez et al., 2014).

[11] Durante las primeras inscripciones formales al Programa Upami del Centro del Adulto Mayor UNLa luego de las restricciones a la presencialidad debido a la pandemia COVID-19.

[12] La encuesta contenía un total de 18 preguntas cerradas y una pregunta final abierta para incluir temas de interés a considerar en futuras ediciones de esta propuesta de capacitación. La primera parte (6 preguntas) exploraba variables sociodemográficas y necesidad de ayuda para responder el cuestionario. La segunda sección (5 preguntas) versaba sobre la situación emocional, la solicitud y la recepción de apoyos en la pandemia. La tercera y última parte (8 preguntas) se focalizó sobre el uso y acceso a las TIC en contexto de emergencia sanitaria (por ejemplo, la incorporación de dispositivos/aplicaciones). Conviene aclarar que en este trabajo se consideraron especialmente cinco preguntas de la encuesta virtual (Ver anexo).

[13] Las personas se seleccionaron a través de las coordinadoras de los programas a quienes se contactó para buscar casos de discontinuidad en la participación. De las 14 personas contactadas accedieron a la entrevista 11.

[14] La distribución según localidad es la siguiente: Lanús (3), Lomas de Zamora (3), Remedios de Escalada (2), seguido de Banfield (1), Valentín Alsina (1) y Avellaneda (1).

[15] En el mismo se han agrupado las producciones de los Programas del CAM en diferentes secciones: materiales de cursos y talleres, conversatorios, entrevistas, entre otras.

 [16] Con apoyo técnico –no visible– de la coordinadora del Voluntariado Social, que desempeña el rol de referente institucional.

[17] CAM-UNLa: https://www.youtube.com/channel/UCkJUC3JbzrZxUZvQwIe0OCw

 

[18] Todos los nombres son pseudónimos a fin de proteger la identidad de las personas.

[19] Esta identidad territorial es expresada por las PM con fuertes referencias al tiempo y la pertenencia: “pasan los años y no lo sentimos, la UNLa es nuestra segunda casa, aquí tenemos todo, encontramos de todo…” (Delia, Club de Día), como así también a la condición de compartir el espacio en forma intergeneracional: “Nos cruzamos permanentemente con chicos jóvenes porque no tenemos un sector “para los AM”. La verdad que además de tener un predio hermoso esa comunicación que hay entre los adultos y los más jóvenes es muy linda y una se siente muy bien, muy reconfortada…”. (Luisa, Voluntariado Social)